Ya dice el refrán que cada cual cuenta la feria según le va en ella. Eso mismo es lo pasa con la implantación desde hoy mismo de nuevas zonas Acire (Àreas de Circulación Restingida) en nuestra ciudad. En concreto, desde las cero horas de hoy sólo pueden circular y aparcar por los alrededores de la Catedral y de la Plaça del Mercat los residentes. Para quienes viven en las calles afectadas por la nueva prohibición circulatoria, caso de Francisco Carbonell, la medida es acertada: «Todos los vecinos estamos muy contentos, porque para nosotros será mucho más fácil circular y estacionar. Comprendo que a los demás pueda no irles bien, pero el Ajuntament debe mirar por todos, incluidos los residentes», comentó.
Aunque también hay quien sin ser residente considera que «era necesario» declarar estas zonas Acire. Esa es, al menos, la opinión de Antonia Ordinas. Esta ciudadana, que acude con frecuencia al centro por motivos laborales, cree que «el tráfico y los problemas de estacionamiento que padecen estas calles son exagerados. Es más, la medida debería ampliarse a todo el casco antiguo y si tenemos que dejar el coche más lejos o en algún aparcamiento, pues se hace y en paz. Estoy convencida de que todo es cuestión de hábito».
Pero para unos terceros, los que cuentan con un negocio en la zona restringida, la cuestión ya no se limita a si molesta más o menos no poder llegar en coche hasta la zona. Para algunos de estos empresarios la medida afectará a su economía de manera clara. Para el propietario de un bar situado en la calle Palau Reial, José Comas, y su empleado Juan Francisco Clar «la decisión es malísima para nosotros porque nos va a cortar el negocio, seguro. Eso por un lado, y por otro nos complica la vida a los que tenemos que llegar hasta aquí para trabajar, pues no tenemos derecho a nada, como ya no teníamos derecho a tarjeta de la ORA». Ambos están convencidos de que «de nuevo, se demuestra que no todos somos iguales ante la ley, porque los coches oficiales o los del Obispado sí podrán pasar».