Murió «Papá Buele», como le llamaban los guineanos ecuatoriales residentes en Mallorca. Murió en paz, ya viejo, pero sobre todo habiendo visto a sus hijos colocados y habiendo tenido la satisfacción de que uno de ellos, Cecili, conseller de Cultura del CIM, se siente en uno de los escaños de la sala más importantes del edificio, en cuya puerta durante tantos años él estuvo como ordenanza, el CIM, antes Diputación. «Si él se emocionó el día en que tomamos posesión "me había dicho Cecili", yo me emocioné más que él. En homenaje a él me puse la corbata negra que durante tantos años él había llevado».
«Papá Buele» había llegado a Mallorca cuando en la plaza de Cort y calle Colón se podían contar los coches sin problemas, de los pocos que había. Se le conocía como el «negre de Can Matons», pues negro era y en esa casa trabajaba. Él nunca se lo tomó a mal, pues fue negro y nunca nadie le llamó así en sentido despectivo, pues fue un hombre que siempre generó bondad, cualidad que, junto con la discreción y el trabajo, adornó su vida.
Posiblemente la mejor cosa que se haya podido decir de él durante sus años de vida en Mallorca "que fue toda la vida" la pronunció el martes su paisano Paulino Victor Bitata Riosa. «Gracias a 'Papá Buele', los guineanos orientales estamos muy bien considerados en Mallorca».