En Mallorca, todos lo sabemos, quedan pocos lugares vírgenes de los que disfrutar. Desde luego, pocas playas. Y una de ellas acaba de convertirse en el centro de la polémica. Es Trenc, una de las playas más famosas y hermosas de nuestra isla, es el centro de un posible lucrativo negocio. El Ajuntament de Campos, al que pertenece la playa, se queja porque la no construcción de hoteles y oferta complementaria en primera línea le ha privado de unos beneficios millonarios a pesar de que es Trenc recibe la visita de más de un millón de turistas al año.
El alcalde, Andreu Prohens, ha echado cuentas, igual que hizo la lechera de la famosa fábula, y ha calculado que con cobrar unas 200 pesetas a cada uno de sus visitantes las arcas de la localidad recibirían hasta trescientos millones de pesetas anuales, una buena compensación para la difícil economía de la zona. Porque Campos no ha podido urbanizar la zona de es Trenc, considerada área natural de especial interés, pero además ha visto cómo se rechazaba el proyecto de construir en el municipio un campo de polo sobre el que los políticos locales habían puesto muchas esperanzas. Desde el Govern se rechaza la idea de Prohens y desde la ciudadanía "muchos mallorquines consideran es Trenc la mejor playa de la Isla" se acoge con cierto malestar. ¿Pagar por ir a la playa? Las playas de todo el país son de titularidad pública y la fórmula «sol y playa» siempre ha sido gratuita.
Pero también es cierto que es Trenc, además de no generar beneficios, produce gastos y no estaría mal encontrar una solución adecuada para este municipio que recibe diariamente una media de tres mil visitantes que casi no dejan dinero y sí gastos "limpieza, mantenimiento, servicios". Quizá el famoso impuesto turístico "aplicable sólo a los turistas, no a los visitantes de aquí" sería una respuesta. La fórmula de Prohens, a priori, tal vez no consiga más que espantar a un buen número de gente que pensará que pagar 200 pesetas por persona más el párking y la gasolina es excesivo para un día de playa.