En Sant Agustí y Cala Major el futuro ha llegado. Es decir, en esta zona turística y residencias de Palma, se están cumpliendo las previsiones que se hicieron en el transcurso de la década de los 70, y también de los 80, que auguraban un final fatal, a causa de la incesante y depredadora masificación.
El complejo turístico Club Rímini, en el que había hotel, discoteca, club, piscina, etc. y que en su conjunto era de lo mejorcito del lugar, ha derivado hacia la ruina absoluta. Con los portales del hotel y la discoteca tapiadas, y el resto de los edificios que parecen amenazar con caerse de un momento a otro, los escombros y basuras cubriendo los suelos, este complejo está provocando las protestas del vecindario, que no puede evitar respirar los olores que se desprenden a causa de la putrefacción y los orines y otros restos fecales humanos que se van acumulando en paredes y suelos del entonces centro turístico.
Y no es este el único edificio, o conjunto de edificios que ha sufrido las consecuencias de la masificación, propiciada por las ansias del negocio inmediato de los que la han causado y permitido, sin tener en cuenta el mal que se estaba causando.
Los más viejos, y también los que no lo son tanto, aún recuerdan la pedregosa playa que, hasta principios de los 60 era perfectamente visible desde la carretera, y que venía a ser, lo mismo que Can Pastilla, la playa que Palma no tenía.