Paul Isbell, crítico y analista económico-político y profesor del Centro de Estudios Universitarios Norteamericanos de la Universidad de Alcalá, es un asiduo de Mallorca y, aunque este año ha venido en verano, le gusta visitarla en cualquier época.
"Terminó sus estudios en Tanzania, ¿no es así?
"Sí, estuve allí dos años y medio haciendo un postgrado en la Universidad de Dar Es Salaam. Fue clave en mi educación porque me hizo ver el mundo a través de lentes distintas. Aprendí mucho de sus gentes, de los valores y la generosidad de personas que viven en una situación difícil.
"¿Por qué ese país?
"Me sentía muy atraído por la política del presidente de Tanzania, que en aquel entonces era Julius Nyerere. Ha sido uno de los grandes hombres de Estado en Àfrica. De los más auténticos y honrados y que desarrolló una política internacional solidaria con el Tercer Mundo y yo quería participar de esta visión.
"Aprendió el suahili.
"Siempre he tenido las lenguas extranjeras como un desafío. Lo aprendí muy rápidamente y llegué a hablarlo incluso mejor que el castellano, que es mi segunda lengua, después del inglés.
"Como investigador de la política monetaria internacional, ¿cómo ve la llegada del euro?
"Es algo muy positivo. Si los europeos lo juegan bien se puede utilizar como una arma de presión sutil para disciplinar a los norteamericanos y ponerles un límite en lo que es su liderazgo mundial.
"¿Cómo desembarcó en España?
"Iba camino de vuelta de América a Tanzania para escribir un libro sobre la historia intelectual y cultural de este país. Hice una parada en España y conocí a mi actual esposa, también norteamericana, en una fiesta y me quedé a vivir en Madrid. El proyecto del libro se quedó arrinconado.
"¿Qué es lo que más le llamó la atención del país?
"Me gustó porque tenía un poco de los tres mundos que ya conocía: americano, europeo y africano. Ahora está cambiando. Es menos africano debido a su gran desarrollo. Cuando yo llegué me encantaba el estado de la burocracia, que era caótico, y eso a veces es bueno; pero cuando España se comprometió con el proceso de Maastrich, empezó a cambiar. Si el precio a pagar por entrar en Europa es la pérdida de aquella informalidad, creo que el coste es muy bajo ya que es más importante la igualdad de España con los demás países del continente.
"¿Cómo se inició su relación con Mallorca?
"Vine por primera vez en el verano del 91 para celebrar una especie de luna de miel. Por razones de trabajo había empezado a relacionarme con Basilio Baltasar. De ahí nació una amistad y vinimos a visitarle.
"Usted viene de California, ¿qué opina del fenómeno del turismo mallorquín?
"Se critica mucho el hecho de que en Mallorca hay más gente en verano, pero en California del Sur sí que se produce una masificación. Aquí casi ni se nota la diferencia.
"Pero no cabe duda de que está afectando a la ecología de la Isla.
"Sí, pero todavía se está a tiempo de salvar la situación y mantener un equilibrio entre lo que era Mallorca y lo que podría llegar a ser. Tampoco he notado tanta presencia extranjera.
"¿Y la alemanización?
"Este fenómeno llama a la conciencia social. Si en Menorca se ha mantenido el terreno fuera del alcance de los alemanes, creo que se podría hacer también aquí. Pero yo no veo necesariamente mal que haya muchos alemanes aquí.
"¿Qué le llama más la atención de Mallorca?
"Me gusta la mezcla de tradición histórica que se puede palpar allá donde vas, además de un cada vez más notable cosmopolitanismo. Es un punto de encuentro de diversas culturas y diferentes tipos de gente la eligen como lugar de exilio voluntario.
"¿Cómo ve el reciente cambio político?
"Lo más positivo de esta situación es la alternancia de partidos.
"¿Y la creación de la ecotasa?
"Me parece lógico que los turistas paguen este impuesto, que además es, por otra parte, ridículo. ¡Qué son hoy 1.000 pesetas! Yo pagaría ahora por los futuros viajes de mi vida.