Demasiado a menudo tendemos a pensar que la clase política es una especie de comidilla que se dedica a manejar los hilos de los público en beneficio propio. En este país, por desgracia, hemos tenido ejemplos de este tipo para llenar un carro y, en cambio, lo contrario parece brillar por su ausencia.
Sin embargo, para borrar en parte esa imagen funesta que los políticos nos suelen ofrecer, los concejales y el alcalde de Sencelles han dado un paso en el sentido contrario. Acaban de acordar renunciar a su sueldo durante los próximos seis meses por una buena causa. Al llegar al Consistorio, encontraron las arcas municipales en una situación lamentable y han decidido que el dinero que deberían cobrar por ejercer sus cargos servirá muy bien para contratar una brigada de mantenimiento para el pueblo.
Es, aisladamente, una loable iniciativa pero que, además, trae consigo el recuerdo de otras decisiones recientes de muy distinto signo. Nadie ha olvidado que el primer pleno de la nueva legislatura se dedicó, en todos los ayuntamientos de las Islas, a tratar la subida de los salarios de los concejales. Y en aquellos días recibimos muchas sorpresas, de cariz desagradable la mayoría, entre las que destacaba la actitud de consistorios como el de Calvià, que multiplicó los suelos de su alcaldesa y de sus concejales de forma escandalosa. No fue el único. De hecho, prácticamente todos los municipios han aprobado el incremento de los suelos con la excusa de que es necesario dignificar la labor política.
Bien. Ahora acabamos de recibir una excelente noticia. En Sencelles los ediles y el concejal son tan dignos y ejercen su labor tan dignamente que han decidido sacrificarse ellos en beneficio de su pueblo. Chapeau.