Pasear por las calles comerciales de Palma es como entrar en una fiesta en la que participan instrumentistas, mimos, magos y un sinfín de personajes más.
Manu Keller llegó desde Barcelona a Mallorca hace unos meses: «Yo hago esto porque necesito dinero para pagar mis estudios. Con lo que saco pago el alquiler, la comida... La gente nos da porque reciben algo a cambio. Les tienes que transmitir tu energía», comenta. Manu también trabaja para productoras y asegura que se divierte mucho con esto. Emplea unos veinte minutos en maquillarse y unos quince en vestirse. «Para mí esto es arte vivo», concluye Keller.
Mariano Pradillo toca el saxo por la calle San Miguel y asegura que lo hace por diversión y «para sacarme un dinerillo. No creo que los turistas extranjeros den más dinero. Todos por igual», asegura. Recuerda una anécdota que le pasó hace unos días: «Había un señor en el bar de enfrente tomándose un café. Me dio veinte duros y me pidió una canción. Al rato volvió. Me pidió otra y me dio otros veinte duros. Yo le respondí que ésa no la sabía pero que tocaría un poco de blues... estuvo así un buen rato. Incluso recuerdo que una persona mayor se emocionó cuando toqué el Concierto de Aranjuez. Sólo por esto merece la pena», afirma.