Las Islas afrontan el final de julio con récord de ocupación hotelera y con la amenaza de que durante agosto el tráfico aéreo se vea afectado por un cúmulo de retrasos por las restricciones provocadas en los centros de control europeos, lo que en opinión del sector turístico puede distorsionar la mejor temporada turística de toda la historia del turismo balear.
El anuncio realizado por la patronal internacional de las compañías aéreas regulares y de bandera IATA de que Balears se encuentra «al borde del caos aéreo por la falta de coordinación entre los más de 30 centros de control que se encargan de gestionar el tráfico aéreo en Europa», ha provocado la alarma entre los touroperadores, hoteleros y agencias de viajes.
La congestión del tráfico aéreo, en este sentido, volvió a perjudicar ayer a Son Sant Joan, ya que unos 40 vuelos sufrieron retrasos por este motivo, afectando alrededor de 8.000 pasajeros, según indicaba ayer el ejecutivo de servicio en el aeropuerto palmesano.
La ocupación hotelera en las Islas, pese al ligero descenso de la pasada semana en relación al pasado año, se situará en lo que queda de julio en torno al 98 por ciento en Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera, cuatro puntos por encima a los ratios alcanzados el pasado año por estas mismas fechas, según datos facilitados por la Oficina de Seguimiento de la Ocupación (OSO) de la Conselleria de Turisme.
Los touroperadores alemanes y británicos anuncian para los dos próximos fines de semana una situación de plena ocupación en Mallorca, que se verá acentuada entre el 3 y el 16 de agosto, fechas en las que se prevé que los problemas por sobrecontratación y sobreocupación proliferen en todas las zonas turísticas.
El presidente de la Federación Hotelera de Mallorca, Pedro Cañellas, afirma que se está controlado perfectamente la situación, «pero está claro que en agosto, como en temporadas anteriores, se producirán problemas».
El mercado nacional, una vez más, será el más perjudicado por esta situación, de ahí que proliferarán situaciones de «overbooking» por la sobredemanda que ha provocado el mercado turístico alemán y británico. El sector hotelero confía en controlar esta situación y evitar daños de imagen.