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Voluntarios en la Universiada: un esfuerzo impagado e impagable

El éxito de los Juegos está en manos de los colaboradores, que han llegado de distintos lugares de la Isla

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Hace ya varios días que unos muchachos y muchachas ataviados con polo rojo, calcetines blancos y gorra, zapatos y pantalones azules han invadido Palma, pero muy especialmente los recintos deportivos. Estos jóvenes, y no tan jóvenes, son los voluntarios de la Universiada mallorquina. Juntos forman un equipo sin el cual el funcionamiento de estos juegos olímpicos sería imposible. Los hay de diferentes edades y de diversos lugares, aunque tienen una afición común: el deporte en cualquiera de sus variadas especialidades.

La mayoría son de Palma; no obstante, no resulta difícil encontrarse con gente que ha llegado de lejos: por ejemplo, los hermanos gemelos Eduardo y Carlos López, que proceden nada menos que de la localidad de Alaior, en Menorca.

Estos dos chicos llegaron el martes junto a otra decena de voluntarios del mismo pueblo, completando el grupo de 35 menorquines que se han cambiando de isla temporalmente para estar junto a la elite de deportistas universitarios.

«Lo que más nos ha sorprendido de todo esto es la magnitud de las instalaciones, especialmente del estadio de Son Moix», aseguran los hermanos López, que durante estos días dormirán en un albergue del Arenal. Allí podrán descansar después de controlar los accesos a las pistas durante las tardes.

Otra labor muy distinta tienen las también hermanas Silvia y Esther Mas. Ellas están en la Oficina de Prensa facilitando acreditaciones a los periodistas que han venido a la Isla a cubrir este evento de eco internacional. Son de Andratx, tienen 20 y 21 años respectivamente, y se enteraron de que podían formar parte de la Universiada a través de la radio. Enseguida se pusieron en marcha porque, como aseguran, «esto es algo único en Mallorca y nosotras queríamos participar, de alguna manera, en este evento».

Hay muchos más en la lista de voluntarios: cientos de ellos, como Juan Pedro Peña, de 14 años, Pablo Carbonell, de 17, o Juan Miguel Gutiérrez y Andrés Gutiérrez, ambos de 16, que dedican sus tardes a rellenar neveras y entregar pícnics. También Ana María Sahuquillo y Vanesa Elices, de 18 años, se divierten en las piscinas de Son Hugo haciendo labores de seguridad.

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