La magia de la noche de San Juan es tan antigua como el hombre», afirmó la futuróloga Paqui Ruiz Cañero. «En Mallorca existe por esta fecha la tradición en el pueblo de Sant Joan de la festa d'es sol qui balla, un efecto óptico que suele producirse a la salida del sol, y en Manacor la del vimer, por la eficacia que tienen las ramas de este árbol en curar las hernias. A nivel mágico no alcanzaba gran reconocimiento popular, si bien ha sido en los últimos cinco años cuando el fuego purificador de esta noche se fue arraigando en el recinto del Parc de la Mar».
El escritor Juan G. Atienza, en su obra editada por Martínez Roca, señala sobre sus orígenes que: «proceden fundamentalmente de las fiestas célticas del Lugnasad y de Beltine, en las que se celebraba la entrada en la estación veraniega y el auge del sol. Las costumbres festivas en torno al solsticio de verano son universales y se manifiestan mediante toda una serie de ritos».
«Ya entrada la madrugada nos iremos a la playa de Palmanova y allí haremos un círculo con 15 velones. Cada uno entrará en él y se sentará pidiendo que venga lo positivo y se vaya lo negativo. En años anteriores y durante este ritual en la arena hemos notado presencias que nos acompañan. Luego, protegidos por colgantes, todos nos meteremos en el mar y echaremos margaritas blancas, pidiendo ayuda al Ser Superior». Paqui Ruiz nos dijo que: «lo que más se pide es amor, luego, y por este orden, trabajo y economía. La salud la dejan para lo último, pues con el amor va muy unida la compañía. La gente no gusta de soledades». Uno de los rituales amorosos más efectivos lo constituye el «Amarre de amor».
La futuróloga explicó que en el preparado del amarre es indispensable contar con la prenda íntima inferior del hombre o la mujer. Para la renovación interior existe el ritual de echar al fuego de esta noche cosas o prendas viejas para facilitar la entrada de cosas nuevas. Si uno no quiere compicarse mucho la vida también puede echar al fuego un papel con la petición deseada.