Para resumir el «paseíllo» electoral de Maria Antònia Munar, presidenta de UM, presidenta del Consell de Mallorca y candidata a la Presidencia del Govern, podemos utilizar la frase que se escuchaba en el mercado de Sencelles cuando la vieron aparecer a lo lejos, seguida de su séquito: «Ja ve sa presidenta!».
Maria Antònia Munar, que vestía un vaporoso vestido floreado, actuó todo el tiempo como si fuera Maria Antònia Munar, con la compostura y elegancia que la caracteriza. No se limitó a repartir el folleto y el caramelo que sus súbditos portaban y que le daban para que ella los diera, sino que bajó de su hipotético trono para solicitar, que no ordenar, que el domingo pensaran en ella y su partido a la hora de votar, y lo decía de tal forma que no logró ni una sola respuesta negativa. Como no podía ser de otra manera porque a ver quién le dice que no a una señora tan elegante y amable. Otra cosa será lo que cada uno haga cuando ella no mire, porque si pudiera estar en todas partes a la hora del voto, seguro que Munar logra la mayoría absoluta.
Supo agacharse para que le hicieran la foto dando caramelos a los niños, y escuchó con atención a la reivindicativa pescadera, que le hizo un mitin denuncia con tanta vehemencia que estuvo a punto de lograr que la ficharan para que hiciera campaña con ellos. Y es que la mujer se quejaba del intrusismo y de los que pescan «de contrabando», que están diezmando de peces el mar mallorquín. La presidenta le dio como posible remedio el que la votara a ella ya que ahora no tiene competencias sobre este asunto. «Votaré al partido que me demuestre que cumple el 75 por ciento de su programa», le respondió.