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Aznar se tomó una «llagosta» en el Bosch, después de comprar poemas de Hierro

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En la mañana de ayer, antes del mitin de Son Gotleu, el presidente del Gobierno, José María Aznar, su esposa, Ana Botella, la candidata al Parlamento europeo, Loyola del Palacio, el presidente del Govern, Jaume Matas, su esposa, Maite Areal, y Joan Fageda, alcalde de Palma, visitaron la Fira del Llibre. A cierta distancia iban los ediles de Cort, Carme Feliu, José María Rodríguez y Pedro Àlvarez. En uno de los stands, Aznar, que llevaba cazadora azul -¡con el calor que hacía!- tras ojear unos libros, adquirió cuatro, dos de ellos del poeta Hierro -Antología poética y Cuaderno de Nueva York- y uno de Whitman, por los que pagó 3.800 pesetas. Bueno, pagó su mujer, pues al ir a echar mano de la cartera se dio cuenta que no la llevaba así que: «¡Ana, Ana!, que estoy sin dinero», le dijo. Y Ana, solícita, pagó.

Caminando por entre los stands, se cruzó con un mallorquinista, y decimos mallorquinista porque llevaba un perro en cuya cabeza había colocado una especie de pañoleta con el escudo del Mallorca. «¿Cómo se llama?», preguntó el presidente, señalando al can. «Rocky», respondió el amo, orgulloso de su perro.

Algunos expositores hicieron obsequios a tan ilustres visitantes. Por ejemplo, a Ana Botella y a Loyola les regalaron «Sotileza», de Pereda.
Tras media hora de pasear por el recinto ferial, decidieron ir a desayunar al Bosch. Una chica, que estaba tomando un refresco y que hablaba a través del móvil con su madre, exclamó: «¡Mamáaa! ¿Sabes quién se ha sentado a mi lado...? ¡Aznar, el presidente!». Alucinante. Para la chica y para quienes estaban allí, o pasaban por allí. Pues sí, Aznar y los demás llamaron al camarero y pidieron desayunar: café con leche para todos, excepto Aznar y Maite, que pidieron Cola ligth, una pasta para Fageda y dos llagostes. Fageda, discretamente, se apartó del grupo, se acercó a la barra y pagó. Dos mil quinientas. Luego se acercó a la farmacia más próxima a comprar pastillas para la garganta. «Estoy afónico, le he pedido al médico que me recete algo y... ¿sabes lo que me ha dicho? Que no hable. Imagínate: que no hable en plena campaña. Así que, pastillas. ¿Sabes de algunas que sean buenas?».

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