No era mallorquín, tampoco hijo de un tejedor que estudió en Italia. Cristóbal Colón era genovés, fue corsario en su juventud e íntimo amigo de un mallorquín llamado Miguel Ballester. Aún siendo de Génova, no pertenecía a la familia Colombo "tal y como defiende la postura genovista oficial", sino a la familia Colonne, una especie de sociedad anónima del siglo XV a la que se unió su padre perdiendo su apellido original "Scotto" y adoptando el de la familia.
Estas son algunas de las nuevas aportaciones que ofrece el catalán Alfonso Enseñat Villalonga en su libro «La vida de Cristoforo Colonne», un texto documentado con diez años de estudio en los archivos de Génova, Madrid, Barcelona, Mallorca y Valencia, consiguiendo documentar la biografía del descubridor durante los años 1446 a 1484, que constituyen los años oscuros de su vida.
Entre sus aportaciones destacan la emigración de la familia de Colón a tierras portuguesas cuando el descubridor contaba con cinco años de edad. Allí, la familia se relacionó con comerciantes de altura y él pudo estudiar en Pavia, en casa de un maestro. Uno de los puntos que destaca el autor es la relación de Colón con Miguel Ballester, un mallorquín que conoció en Barcelona en 1493. Era hijo de Juan, nacido en Manacor, notario y secretario de Juan II. Colón se lo llevó en un viaje y le nombró Alcaide de La Concepción. Las teorías sobre el lugar de nacimiento y la vida de Colón se multiplican cada año. Grecia, Inglaterra, Portugal, Francia, Suiza, Córcega y España son algunos de los países que hacen suya la nacionalidad del descubridor.
Enseñat afirma que el principal defecto de la teoría mallorquinista estriba «en la ausencia de documentos fehacientes que les sirva de respaldo y también en la inexistencia de una genealogía colombina fidedigna. Como suposición, puede pasar, pero como teoría es impresentable».