Fue Adolfo Suárez quien explicó, en los balbuceos de la democracia, que lo que se debía hacer entonces era equiparar lo que sucede en la calle con lo que puede definirse como política oficial. Pues bien, uno de sus ministros, Arias Salgado, ahora también ministro en el PP, protagonizó una escena política que nada tenía que ver con la realidad. En su comparecencia en el Parlamento pintó una situación totalmente distinta y opuesta a la que se vivía en los aeropuertos españoles.
Y aunque se admitió "claro" que hay problemas en lo que es un caos aéreo real, se dieron tantas explicaciones que podría derivarse que estamos avanzando hacia una rápida y total solución, que consiste en eliminar más de 16.000 vuelos en un año (unos 77 diarios) para mejorar la operatividad y eliminar retrasos.
Todo ello significa que la expansión de Iberia, a causa de esta situación, probablemente deberá esperar, puesto que se habrán perdido unos 10.000 millones en un año, más los 4.000 de la huelga del SEPLA y lo que pueda pasar en un verano que, más que conflictivo, se presenta turbulento. El SEPLA, además, está al acecho sin miedo a la impopularidad "la tiene toda" y sin que a los responsables les tiemble la mano a la hora de convocar una nueva huelga.
La solución adoptada es la siguiente: si hay retrasos, se eliminan vuelos, y ya está. En lugar de solucionar los problemas y poner la Administración y la compañìa todos los medios técnicos y humanos necesarios, se ha optado por la salida más fácil. Casi una claudicación ante la inoperancia de políticos y gestores y la mala fe de colectivos en cuyas manos está el tráfico aéreo.
Y de nuevo, Balears sale perjudicada, viéndose vulnerados, como dijo el president Matas, los derechos de los ciudadanos de estas Islas.