Duerme en un banco...
Se llama Diego y durante tres años, hasta hace una semana, pernoctó en una chabola de cartón, forrada de plástico, ubicada entre unos matorrales sitos casi en frente a Marivent. Un mal día, alguien, aprovechando que Diego estaba buscándose la vida en el semáforo próximo, prendió fuego a la chabola y se quedó sin siquiera una mala manta que echarse al cuerpo. Mas Diego no se amilanó: algunos vecinos le dieron unas mantas, buscó un plástico y eligió uno de los bancos del jardincito que hay enfrente del complejo comercial de Portopí y, ¡helo ahí!, dentro de lo que cabe, la mar de feliz, durmiendo de once de la noche a ocho de la mañana, tapado con la manta hasta la cabeza.
A Diego me lo presentó Andrés Torres, concejal del PSOE de Cort. Andrés dice que habría que buscarle algún cobijo cerca del IBAVI, que no hay derecho que con el dinero que se despilfarra, «este hombre tenga que dormir aquí».
Lo cierto es que desde el primer momento en que Diego comenzó a tener problemas, llamó a la puerta de Cáritas y de otras instituciones, y le mandaron al Hospital de Nit, Can Pere Antoni, «...pero yo me resisto a vivir en esos sitios. No quiero estar pendiente de un horario ni de una persona que me ordene cosas, ni de no poder dormir porque uno ronque o a otro le huelan los pies, o de que se te termina el plazo y te vas a la calle otra vez. Yo quiero ser libre, por lo que prefiero vivir aquí, en este banco».