El nuevo comunicado de la banda ETA provoca reacciones diversas, aunque todos valoran como positivo el hecho del mantenimiento de la tregua por lo que llaman «avances en la construcción nacional». Pero precisamente en ese matiz estriba una de las divergencias más notables. ETA considera un importante avance el pacto de Lizarra y el nuevo bloque de los partidos nacionalistas surgido tras los últimos comicios celebrados en Euskadi. Sin embargo, parecen olvidar que también son vascos quienes son amenazados o quienes han sufrido la quema de bienes materiales propios. Lejos de que la violencia haya desaparecido por completo, y pese a la ausencia de muertos, todavía se registran movimientos de intimidación, lanzamientos de cócteles molotov y publicaciones de pasquines amenazantes. Todo ello va en detrimento de una convivencia simplemente normal. Al hilo de esto cabe preguntarse: ¿Qué construcción nacional puede sustentarse al amparo del miedo?
Pese a ello, la línea del mensaje etarra es relativamente moderada en comparación con el primer anuncio de tregua, pero aún así se mantiene un claro enfrentamiento con los estados español y francés. Incluso se anuncia la posibilidad de que este texto tenga un mero carácter interno y que sea el prolegómeno de un alto el fuego definitivo que se produciría en el mes de mayo. Claro que también deja claro que se reserva el derecho de efectuar las acciones necesarias para su «aprovisionamiento». Es un lenguaje que tiene unos tintes amenazantes, impropio de un proceso de paz, pero eso carece de importancia vistos los antecedentes de la banda. Tal vez lo único que importe sea que no tendremos, por el momento, que lamentar nuevos atentados mortales. De los de «baja intensidad», ni una palabra.