Tras la decisión del Tribunal Supremo que recomendaba el indulto parcial de José Barrionuevo y Rafael Vera, la pelota se encuentra en el tejado del Gobierno de José María Aznar, que es el que debe decidir sobre la concesión o no de la medida de gracia. El ministro portavoz, Josep Piqué, aseguraba que si no se concedía no sería por motivaciones políticas. En cualquier caso, si los trámites se cumplen con cierta celeridad, mañana miércoles el Ejecutivo podría adoptar alguna decisión sobre este asunto.
Pero es preciso que recordemos que ninguno de los dos condenados por el secuestro del ciudadano francés Segundo Marey ha solicitado ninguna de estas medidas, ni ha mostrado arrepentimiento alguno por aquellos hechos, como suele suceder cuando algún preso quiere obtener la concesión de un indulto. Cierto es que siempre han afirmado que con ellos se cometió una injusticia y que nada tienen que ver con lo acontecido.
Otra posibilidad abierta sería la de que los dos ex altos cargos del Ministerio del Interior pudieran pasar las fiestas navideñas en sus casas gracias a un permiso especial, pero desde la misma prisión se asegura que no lo han solicitado y sus familias, además, aseguran que no lo harán.
Desde el PSOE, como no podía ser de otro modo vistos los posicionamientos adoptados hasta el momento, se pide un indulto total y Rubalcaba añadía que sería «siniestro» que coincidiera con el de la Mesa Nacional de HB.
Vistos los últimos acontecimientos, parece que se quiera pasar página y arrancar desde un nuevo punto cero, como si se quisiera borrar el terrorismo y el terrorismo de Estado. Pero algo así sólo es posible sin algaradas, sin bravatas, sin manifestaciones constantes. Todo ello ha contribuido a que muchos piensen que el indulto sería injusto.