Como rezaba un tema famoso en la España de los noventa, Japón está muy lejos pero no por ello queda exento de problemas similares a aquellos que acucian a la sociedad mallorquina. El país del Sol naciente vive un verdadero 'boom' de visitantes tras superar el pasado mes de mayo los tres millones por tercer mes consecutivo, una tendencia que acerca al país a un nuevo máximo anual. Las autoridades niponas buscan el equilibrio, y batallan con la saturación turística con medidas como la instalación de cámaras de seguridad en puntos críticos, la creación de sistemas de transporte lanzadera al más puro estilo de Formentor, o la descentralización.
Así lo explicó este jueves el comisionado de la Agencia de Turismo de Japón, que depende del Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo, Ichiro Takahashi, en una rueda de prensa en el Centro de Prensa Extranjera de Japón (FPCJ, en inglés). El alto volumen de visitantes extranjeros que el país asiático viene registrando, sumado a que la amplia mayoría de turistas se concentra en las mismas áreas -zonas urbanas alrededor de Tokio, Osaka y Kioto-, congestiona ciudades y hace aflorar retos logísticos en aquellas que no están preparadas para asumir tal flujo de personas y que se ven obligadas a imponer restricciones al turismo.
Algunas de las medidas establecidas por las autoridades locales y apoyadas por el gobierno central fueron la instalación de cámaras de seguridad en Kamakura y Fujisawa (centro) para combatir comportamientos inapropiados; la creación en Kioto (oeste) de un sistema de autobuses lanzadera que acerca a los visitantes hasta atracciones turísticas; o promocionar regiones menos conocidas para descentralizar el turismo. Estas iniciativas se suman a otras emprendidas últimamente, como la prohibición de acceso a ciertas calles del barrio de 'geishas' de Kioto, Gion, o la limitación del número de senderistas que pueden subir el Monte Fuji a través de su ruta más concurrida, la Yoshida, a 4.000 diarios.
La Oficina Nacional de Turismo (JNTO) anunció el miércoles que Japón dio la bienvenida a otros 3,04 millones de foráneos en mayo, lo que supone una recuperación del 110 % respecto al mismo mes de 2019, año previo a la aplicación de restricciones por la pandemia de coronavirus y en el que se registraron 32 millones de turistas extranjeros, cifra que marcó un récord que Japón podría superar al término de 2024 de mantener la tendencia que viene registrando. Entre otros factores, el incremento se debe al levantamiento de las medidas anticovid y la debilidad que sufre la divisa local, el yen, que abarata los costes del viajero.
Pese a la rápida recuperación del turismo desde la Covid-19 y a los retos que las altas cifras provocan ya en algunas ciudades, que han incluso optado por bloquear vistas del Fuji, el Ejecutivo japonés sigue esforzándose por capturar visitantes y espera atraer a 60 millones anuales para 2030. También pretende que el gasto de los visitantes aumente hasta los 15 billones de yenes anuales (88.307 millones de euros).
Por ahora, la variable se sitúa en 5,3 billones de yenes (31.244 millones de euros), siendo ya el tráfico de visitantes extranjeros el tercer ámbito que más permite recaudar a Japón en sus exportaciones, por detrás de la venta de automóviles (17,3 billones de yenes o 101.811 millones de euros) y los componentes electrónicos, incluidos los semiconductores (5,5 billones de yenes o 32.400 millones de euros). El gasto por turista extranjero en cada viaje al país asciende a unos 213.000 yenes (1.254,64 euros), por lo que lo gastado por seis turistas se acercaría a la cifra del consumo anual per cápita de los nipones, situado en 1,35 millones de yenes (7.951,87 euros). Los objetivos turísticos fijados por Japón para 2023 convergen bajo el Plan Básico para la Promoción de una Nación de Turismo, lanzado por el gobierno en marzo del año pasado.