La actualidad informativa pasa ineludiblemente por Islandia. La enorme isla helada del norte de Europa vuelve a rugir, y su subsuelo se ha llenado en las últimos meses de un magma volcánico que amenaza con romper la corteza y emanar de forma desaforada. Además del peligro local, ello podría comportar dificultades en el tráfico aéreo de todo el Viejo Continente, como ya ha sucedido en el pasado en alguna ocasión. No obstante, según las autoridades, la posible erupción volcánica en Islandia no afectaría en principio a los vuelos comerciales con Europa como ha ocurrido con anterioridad.
Los expertos sí dan por hecho, no obstante, que habrá erupción y todos los parámetros coinciden en que cuando se produzca alcanzará niveles catastróficos. En concreto Grindavík, localidad pesquera donde viven unas 3.600 personas, ha sido evacuada por completo y las autoridades de la isla han cerrado también varias carreteras en la zona para evitar riesgos para la población. En las redes sociales se han compartido con intensidad imágenes de la gran brecha que ha aparecido en el suelo, un signo de que la actividad geológica va en aumento.
Si bien la actividad sísmica en torno a la ciudad del suroeste islandés se ha reducido desde este pasado lunes, las autoridades escandinavas consideran que la posibilidad de erupción en los próximos días continúa siendo alta. Desde el pasado fin de semana se han registrado unos 900 terremotos de menor intensidad y la actividad se ha concentrado en la parte sur de la fisura entre Sundhnúku y Grindavík, a profundidades de 2 a 5 kilómetros, informó la Oficina Meteorológica de Islandia.
De momento, las autoridades de la isla han declarado el estado de emergencia en todo el país a causa de la inminente erupción de un volcán cerca de Grindavík, en la península de Reykjanes en la costa oeste, donde en los últimos días se han registrado miles de temblores de tierra. La emergencia es comprensible, dado que los expertos vaticinan la erupción volcánica más destructiva en medio siglo. La mayoría de movimientos de tierra que se han registrado en los últimos días son leves, con una magnitud inferior a 3 en la escala de Richter, tal y como informa la televisión pública islandesa.
Al parecer un túnel de magma se extiende bajo la localidad de Grindavík, sin que sea posible predecir cuándo ni por dónde terminará emergiendo el material volcánico, y por tanto toda precaución de momento es poca. De hecho, la aparente reducción de la actividad sísmica en la zona -la situación parece estable desde el pasado sábado- es también un indicador de que el magma está cada vez más cerca de la superficie, informa la agencia de noticias Bloomberg.
La preocupación posiblemente sea fundada, y más atendiendo a lo sucedido en el pasado. Cabe recordar el caos que causó la erupción del volcán Eyjafjallajökull en 2010, con el cierre del espacio aéreo de media Europa hasta que las cenizas emanadas de la tierra islandesa se disiparon. Más recientemente, en agosto de 2022 entró en erupción el Fagradalsfjall, emitiendo gases y expulsando magma por primera vez desde septiembre de 2021. De hecho este pasado verano ha quedado de manifiesto la reactivación de los volcanes islandeses, con jornadas marcadas por multitud de pequeños sismos, algunas veces incluso cerca de la capital, Reikiavik.