Voluntarios, pensionistas, profesoras, estudiantes, incluso una camarera que aún mantiene el acento sevillano tras su paso por el municipio de Las Cabezas de San Juan, describían sus opiniones sobre el presidente Vladimir Putin mientras realizaba su discurso ante la Asamblea Federal de su país con una retahíla de insultos, algunos impronunciables en Ivankiv, un pueblo que sufrió la ocupación del ejército ruso a partir del 24 de febrero de 2022 durante cinco semanas.
«Está como una cabra» se llevó la palma. Incluso esta frase apareció en el encabezamiento de un mensaje que recibí de una compañera periodista desde España pocos minutos después de que la hubiese pronunciado una estudiante ucraniana de primero de bachillerato.
Pero fue la voluntaria Svitlana Yakovenko la que afinó con retranca: «¡Putin juyló!», una frase que surgió de un cántico de los ultras del Metalist Jarkov, el club de la segunda ciudad más grande de Ucrania, que puede significar «imbécil», «cobarde», «inútil», «canalla», y que sirvió de grito de guerra contra Putin tras la anexión de Crimea y la ayuda militar rusa prestada a los separatistas prorrusos del Donbás a partir de 2014.
Los ucranianos consultados por este enviado especial en esta localidad, rodeada de puentes dinamitados por los rusos tras su retirada de abril del año pasado, sonreían irónicamente ante algunos de los comentarios de Putin durante su intervención ante las dos cámaras rusas.
«Como puede decir que «Rusia es invencible» si aquí apenas consiguieron mantener el control militar unas pocas semanas hasta que huyeron a Bielorrusia derrotados por nuestros soldados», explicaba Irina Otroshenko, la responsable de un grupo de voluntarias que distribuyen ayuda humanitaria entre las personas que sufrieron la destrucción de sus hogares. «Aquí sabemos quiénes son los rusos y cómo actúan. Los expulsaremos del este ucraniano y de Crimea muy pronto», afirmaba sin un ápice de duda en un día frío y lluvioso.
Para la enfermera Irina Ustimenko «el discurso triunfalista y propagandista de Putin tiene mucho que ver con su propia debilidad» y triunfa en Rusia «ante ciudadanos manipulados por la totalidad de los medios de comunicación bajo su control». La enfermera nunca olvidará a los soldados rusos entrando en las habitaciones del hospital de Ivankiv y pidiendo los historiales de los enfermos mientras buscaban a soldados enemigos heridos.
Andrii Kovalenko, experto en asuntos militares, explicó en el canal Telegram que «Rusia no puede hacer las cosas peor que hasta ahora y que no habrá una nueva invasión». Según su opinión, el ejército ucraniano está mejor armado que hace un año, el sistema antimisiles se ha modernizado y hay posibilidades de lanzar grandes contrataques en diferentes frentes en pocos meses sin que la población tenga que temer ataques aéreos de aviones o helicópteros rusos por la facilidad con que son derribados.
«Rusia podría atacar con misiles balísticos o de crucero X22, pero ya lo ha hecho en el pasado, y no utilizará tecnología nuclear porque China e India se han opuesto a ello», afirmaba este experto. El discurso nacionalista y fuertemente anti OTAN de Putin «es la justificación para una nueva movilización de soldados» y utilizó «los bulos nucleares para provocar el pánico entre los ucranianos».
El discurso de Putin coincidió con un nuevo bombardeo mortífero contra Jerson, localidad de donde se retiró el ejército ruso en noviembre de 2022, que mató a seis personas e hirió a otras doce. Anastasia, una joven de 27 años, comentó en una plaza de Ivankiv, mientras acunaba a su ahijada de cuatro meses, que era una gran ironía que Putin hablase del pueblo ucraniano como «rehén del gobierno de Kiev y de los occidentales en su intento de organizar un proyecto revanchista anti Rusia» y, al mismo tiempo, «sus militares bombardeasen a civiles».
La joven, madre de una hija de seis años que se encuentra en un programa de acogida en Valencia, afirmó que «la relación entre ucranianos y rusos va a empeorar y vamos a cortar toda relación con ellos». A la pregunta de si tenía algún amigo ruso dijo sin inmutarse: «No tengo ninguna relación con ellos, gracias a Dios».
El gobierno ucraniano reaccionó con dureza ante la nueva matanza en Jerson. El presidente Volodímir Zelenski acusó a Rusia de «asesinar sin piedad a civiles», describió los bombardeos como «ataques terrorista y auguró que ese país sería castigado por sus «crímenes inhumanos».
Tras el discurso de Putin, el gobierno de Zelenski pidió a todos los colegios e institutos del país que impartiesen las clases «on line» desde hoy hasta el viernes 24 de febrero, día en que se cumple el primer aniversario del inicio de la invasión rusa, segunda fase de una guerra que comenzó en 2014 con la anexión de Crimea.
El Ministerio de Educación de Ucrania recomendó a los colegios «proteger las vidas y la salud de todos los que participan en el proceso educativo como medida preventiva antes del aniversario de la invasión».
Cientos de colegios fueron destrozados durante aquella invasión. Muchos alumnos han sido trasladados a escuelas que cuentan con un refugio antiaéreo. Otros alumnos han tenido que realizar muchas clases a distancia con continuos cortes del sistema de internet y pérdida de la concentración por culpa del estrés de la guerra.
El país vive bajo permanente amenaza ante la posibilidad de que Moscú ordene un lanzamiento masivo de misiles coincidiendo con una fecha tan importante que Putin utilizó para acusar a Ucrania de ser «los culpables de la invasión y nosotros estamos tratando de detenerla». Desde octubre centenares de misiles y drones han sido disparados contra infraestructuras energéticas y edificios residenciales en diferentes ciudades ucranianas, incluida la capital Kiev, provocando frecuentes cortes de luz y gas que han afectado a millones de ciudadanos.