La primera ministra británica, Liz Truss, ha reconocido este viernes que su plan fiscal fue «más lejos y más rápido» de lo que podían tolerar los mercados, por lo que ahora rectifica «de forma decisiva» y subirá el impuesto de sociedades como estaba previsto por el anterior Ejecutivo de Boris Johnson. «Tenemos que actuar ahora para asegurar a los mercados que tenemos responsabilidad fiscal», señaló, antes de añadir que hará «lo que sea necesario» para conseguir que la deuda caiga en el medio plazo.
En una breve rueda de prensa, la primera ministra, que había destituido horas antes al ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, admitió que la forma en que su Ejecutivo busca cumplir su misión «tiene que cambiar», por lo que ha decidido mantener la subida del impuesto de sociedades del 19 % al 25 % pese a haberse comprometido a anular el alza. «Está claro que partes del 'minipresupuesto' (que presentó Kwarteng el 23 de septiembre) fueron más lejos y más rápido que lo que los mercados esperaban», dijo Truss en una corrección de 180 grados sobre lo que había prometido desde que asumió como primera ministra, el 6 de septiembre.
Con la subida del impuesto de sociedades, Truss espera recaudar 18.000 millones de libras esterlinas adicionales (20.700 millones de euros). De igual manera, entre otras medidas para asegurar que la deuda cae a medio plazo, Truss señaló que su Gobierno «controlará el tamaño del Estado» y garantizará que «el sector público es más eficiente», al tiempo que reconoció que «el gasto crecerá más lentamente de lo planeado previamente».
Lamentó «increíblemente» tener que haber prescindido de su «gran amigo» Kwarteng, aunque consideró que Hunt comparte sus ideas sobre el crecimiento y los bajos impuestos. «Quiero ser sincera: esto es difícil. Pero capearemos la tormenta y conseguiremos el crecimiento fuerte y sostenido que puede transformar la prosperidad de nuestro país para las próximas generaciones», agregó, antes de confirmar que no tiene intención de dimitir y que está decidida a llevar a cabo sus planes. Y consideró que debe «actuar en el interés nacional», por lo que hay que garantizar la «estabilidad económica» después de días de volatilidad en la deuda soberana del Reino Unido y de zozobra en la cotización de la libra esterlina.