Los cuerpos de unos 160 combatientes ucranianos que murieron defendiendo la ciudad de Mariúpol de las fuerzas rusas en la planta Azovstal, en el puerto, han sido entregados a las autoridades de Kiev en las últimas horas, según han confirmado las familias del Batallón Azov, ahora integrado en la Guardia Nacional. Se trata de un intercambio de cuerpos entre Rusia y Ucrania, y los familiares cifran en alrededor de un tercio el número de militares del mencionado batallón que se encontrarían entre los caídos repatriados.
«Ucrania ha recuperado 160 cuerpos de los defensores de Azovstal, incluidos al menos 52 combatientes del regimiento de Azov muertos» ha confirmado el reportero Illia Ponomarenko, de The Kyiv Independent. Las fuerzas ucranianas que defendían Mariúpol, a orillas del mar de Azov, se refugiaron en la acería de Azovstal durante semanas mientras las fuerzas rusas intentaban capturar la ciudad y se producían insistentes bombardeos por tierra, mar y aire. Los soldados ucranianos finalmente se rindieron el mes pasado y fueron apresados por las fuerzas rusas y prorrusas del Donbás.
A raíz de la falta de información sobre el paradero de los prisioneros de guerra, las familias de los combatientes de Azovstal reclamaron a las autoridades internacionales que presionaran para que sus seres queridos volvieran a casa. Sin embargo, Moscú planea juzgar a los soldados ucranianos en connivencia con las autoproclamadas repúblicas rebeldes del Donbás, a las que el Kremlin reconoce a nivel internacional, y cuyos líderes ya han dicho que se contempla pena de muerte para algunos. Lo cierto es que ha habido oscurantismo sobre el paradero de los aproximadamente 2.000 defensores de Azovstal a los que Rusia ha hecho sus prisioneros.
Las autoridades de Kiev persiguen un intercambio, aunque lo más probable es que los dirigentes de la milicia Azov sean sometidos a un proceso judicial que les exhiba a ojos del mundo como una suerte de trofeo de guerra. No debemos olvidar que Rusia presenta al Regimiento Azov, que lideró la defensa de la acería en Mariúpol, como una milicia nazi con orígenes radicales de extrema derecha, algo que ha enarbolado como argumento para precipitar su ofensiva unilateral sobre el país vecino.