Las encuestas se estrellan en Portugal. Ocurrió hace unos meses en Lisboa, cuando ninguna proyección apostó por el triunfo de los conservadores. Y ha vuelto a ocurrir hoy en las legislativas: no hubo empate técnico entre izquierda y derecha sino una abrumadora victoria de los socialistas. El líder socialista y primer ministro, António Costa, tiene motivos de sobra para celebrar: se anota alrededor del 42% de votos -roza la mayoría absoluta-, frente al 30% del conservador Partido Social Demócrata (PSD), según los primeros resultados provisionales. Ninguna de las encuestas de las últimas semanas arrojaba un resultado ni siquiera parecido. Tampoco acertaron en el nivel de abstención.
Los sondeos auguraban una caída histórica de la participación en unas legislativas adelantadas a mitad del curso político que sorprendieron al país con récords de contagios y más de 800.000 electores confinados. Finalmente la participación fue superior a la registrada en las elecciones de 2019. En los papeles, Costa partió como favorito, pero fue perdiendo posiciones hasta quedar por momentos superado por el líder del PSD, Rui Rio, y terminar la campaña en un escenario de empate técnico. Su caída en las encuestas coincidió con sus llamamientos a la mayoría absoluta, un tema delicado entre el electorado portugués, que no guarda buena memoria de estas experiencias en el pasado. «Parece que a los portugueses no les gusta la mayoría absoluta», llegó a reconocer Costa en la recta final de una campaña en la que los socialistas cambiaron de estrategia varias veces.
Voto útil
Hoy, con seis puntos sobre los resultados de las legislativas de 2019, António Costa puede presumir de una gran victoria. ¿Por qué ninguna encuesta dibujó este resultado? El politólogo António Costa Pinto lo atribuye una «decisión tardía del voto socialista». «Una parte del voto de izquierda no se declaró en los sondeos y claramente hubo una transferencia del voto de la izquierda radical -Bloque de Izquierda y comunistas- a los socialistas. Fue el voto útil», explica a Efe. «Los comunistas están en declive y hay un castigo en las urnas», continúa. El distanciamiento con los socialistas que detonó el adelanto electoral ha pasado factura a sus antiguos socios en la «geringonça» -el pacto que llevó al líder del PS en 2015-, comunistas y Bloque caen y quedan relegados en el arco parlamentario. Costa, que soñaba con la mayoría absoluta y con dejar atrás la «geringonça», centró buena parte de su campaña en atacar a sus viejos aliados, aunque, con las encuestas en contra, terminó abierto al diálogo y los pactos. Ahora, a la vista de los resultados, no parece factible su reedición.
La derrota del PSD ha caído como un jarro de agua fría en un partido que recuperó la esperanza de volver al Gobierno de la mano de los sondeos. La realidad se ha impuesto. El PSD sube apenas 2 puntos sobre los resultados de hace dos años -entre los peores de su historia- y cede frente a los socialistas prácticamente en todo el país, mientras la derecha radical que encarna Chega -ultraderecha- e Iniciativa Liberal escalan. «La fragmentación de la derecha es muy evidente», apunta Costa Pinto. Las cifras pueden abrir viejas heridas en el PSD y recuperar el debate sobre la continuidad de Rio, que a sus 64 años sufre su segunda derrota frente a los socialistas. «Con las cifras en la mano, el Partido Socialista destruyó a su izquierda y el PSD fue destruido por su derecha», resumió el columnista de CNN Portugal Pedro Santos Guerreiro.