El gobierno de Marruecos optó este domingo por el silencio, por vez primera tras una semana que comenzó con una crisis migratoria sin precedentes -más de 8.000 emigrantes entraron sin ningún control en Ceuta en dos días- y continuó con varios días de escalada verbal de su diplomacia con advertencias a España.
Durante la jornada del domingo, todos los canales del gobierno, incluida la agencia oficial marroquí MAP, que en los días pasados ha publicado decenas de artículos críticos atacando la política española, han permanecido en silencio, mientras que llegan desde España continuas llamadas a la conciliación.
La ministra española de Exteriores, Arancha González-Laya, dijo este domingo en las antenas de RNE que quiere «dejar atrás cuanto antes» la crisis con Marruecos, y añadió que España «no juega a las represalias con los países socios, amigos y vecinos», sin descartar «la firmeza, cuando hay que tenerla», descartando que su gobierno vaya a llamar a consultas a su embajador, como hizo Marruecos.
Este domingo se supo que Marruecos ha aceptado la devolución de 7.500 personas de las que entraron ilegalmente en la ciudad, entre los que salieron voluntariamente y los obligados a regresar, según cifras ofrecidas por la Delegación del Gobierno en Ceuta y sin que en Marruecos se haya ofrecido la menor información al respecto.
A lo largo del día, solo la Federación de Izquierda Democrática, un grupúsculo con solo dos diputados en el parlamento, se desmarcó del ambiente patriótico imperante en la clase política y criticó a su gobierno en un comunicado donde «rechaza de forma categórica todo tipo de instrumentalización de las tragedias de los ciudadanos (pues) la dignidad de los ciudadanos es una prioridad fundamental».
Este sábado, el presidente del Gobierno, Saadedin Otmani, se refirió a la crisis con España pero pasó por alto la avalancha migratoria; más bien se centró en pedir a los países europeos «discursos claros» sobre el Sáhara Occidental, frente a su supuesta opacidad, y recordó, en evidente alusión a España, que Marruecos jamás aceptó apoyar al separatismo catalán.
Este domingo se pronunció sobre la crisis migratoria Jean-Yves Le Drian, el ministro de Exteriores de Francia, país que mantiene con Marruecos una sólida alianza de varias décadas y que es su principal sostén en la ONU sobre el tema del Sáhara.
Le Drian evitó mostrar su solidaridad con España y se refirió a la avalancha migratoria como un incidente «totalmente lamentable», antes de decir que había hablado con el ministro marroquí de Exteriores, Naser Burita, «para intentar contribuir a que ese diálogo (entre España y Marruecos) se pueda restablecer».
Trabajadores víctimas de esa crisis
Uno de los grupos más afectados por la crisis migratoria son los llamados «transfronterizos», marroquíes que trabajaban en Ceuta (son unos 3.500) en labores de servicio doméstico, asistencia o trabajos manuales y que llevaban sin trabajo desde marzo de 2020, cuando Marruecos cerró la frontera terrestre con Ceuta.
El secretario general del Colectivo de Transfronterizos, Chakib Marouan, dijo este domingo a Efe que muchos miembros de su colectivo aprovecharon el descontrol fronterizo del lunes pasado para presentarse en Ceuta y reclamar sus empleos, pero se encontraron en casi todos los casos con unos empleadores que les aconsejaron volver atrás y buscar una fórmula legal para retornar en otro momento.
Ahora la mayoría retornó a sus hogares en Castillejos y su región, y piden ayudas al gobierno para poder salir adelante en ausencia de un horizonte claro de apertura de la frontera.
En otro plano, este sábado surgió en las redes sociales un incipiente movimiento de llamadas al boicot de productos españoles en Marruecos, para protestar por la actitud de España al acoger por razones médicas al secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, enfermo de covid, lo que ha estado en el origen de la actual crisis; sin embargo, la campaña, iniciada en Facebook y Twitter, no tiene muchos seguidores y no ha pendido hasta ahora entre la población.