El apoyo de EEUU a una suspensión de las patentes sobre las vacunas contra la COVID, que ha generado esperanza en el combate a la pandemia pero también críticas del sector farmacéutico, significa el visto bueno a una propuesta presentada en octubre por la India y Sudáfrica ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La propuesta supondría suspender temporalmente, quizá hasta el fin de la pandemia, los derechos de patente de estos productos, que se contemplan en el llamado Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (TRIPS por sus siglas en inglés).
El TRIPS, firmado en 1994, está incluido en el acuerdo general que fundó la OMC en 1995 y su suspensión significaría en la práctica que las fórmulas de fabricación de los distintos fármacos contra la COVID-19 pueden copiarse libremente, sin necesidad de compensar por ello a las productoras originales.
Las patentes normalmente tienen una vigencia de 20 años, aunque no es necesario que una empresa farmacéutica o de cualquier otro sector espere ese tiempo para poder negociar con otras firmas acuerdos bilaterales para que estás fabriquen versiones genéricas, algo que se hizo por ejemplo con los fármacos contra el VIH-sida.
Desde la presentación de la propuesta, ésta ha tenido el apoyo del bloque de países en desarrollo, que actualmente tienen menos posibilidades de acceso a las vacunas anticovid (sólo un 0.3 % de los 1.100 millones de dosis administradas en el planeta se han inoculado en países de bajos ingresos).
Frente a ella se han situado países en su mayoría desarrollados, muchos de ellos sedes de grandes farmacéuticas, como EEUU (hasta ayer), las naciones de la UE, Suiza, Japón o Australia, entre otras.
Brasil era uno de los pocos países en desarrollo que se había alineado con este segundo bloque, aunque en los últimos meses ha relajado su postura a favor de una liberalización de la producción de vacunas, en coincidencia con el recrudecimiento de la crisis sanitaria en el país.
La directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, ha intentado desbloquear meses de impasse con varias reuniones y cumbres en las que ha invitado también al sector farmacéutico, y se ha declarado partidaria de discutir no sólo el TRIPS sino también otras fórmulas que aceleren la producción.
Entre ellas se situaría la reducción de las trabas a la exportación de ingredientes para las vacunas, pues muchas de ellas necesitan cientos para la fabricación de dosis y han tenido en algunas ocasiones que suspender la producción global por falta de alguno de ellos.
La propuesta de la India y Sudáfrica continúa debatiéndose esta semana en la OMC, que celebra su Consejo General, y ambas delegaciones indicaron horas antes del anuncio de Biden que modificarían el texto de su iniciativa, seguramente con el fin de incluir limitaciones temporales más estrictas de la suspensión.
La organización con sede en Ginebra suele evitar someter sus decisiones a votación, y prefiere que éstas se adopten por consenso general de sus 164 miembros, lo que en la práctica supone prolongados debates y retrasos en la toma de esas decisiones.
Aunque en principio no se esperaba que la OMC finalizara el debate y adoptara alguna conclusión al respecto esta semana, el cambio de posicionamiento de la EEUU podría modificar los planes, especialmente si otras economías desarrolladas se unen a Washington.
Clave en este cambio podría ser el hecho de que en muchos de los países opuestos durante meses se ha avanzado de forma rápida en la vacunación en las últimas semanas: en muchos se ha inmunizado ya a gran parte de los grupos de riesgo y se cuenta con que toda la población adulta pueda estar vacunada este verano.