Joe Biden es el favorito. El título se lo conceden las encuestas, aunque eso siempre es discutible. El primero que lo pone en duda es el presidente Donald Trump, que además de augurar su reelección advierte que la misma será aplastante.
Estados Unidos está llamado a las urnas, aunque debido a la pandemia millones de electores ya han emitido su voto de forma anticipada o lo han hecho por correo. En la víspera de la gran cita ya habían votado más de 97 millones de estadounidenses.
Esta vez todo es excepcional. A la COVID-19 se ha sumado la enorme fractura que ha provocado la gestión Trump, que ha quedado un poco más al descubierto durante la campaña electoral. Ha sido tensa, agria e incluso disparatada. Aparentemente, el demócrata Biden no necesitaba mucho más que un discurso sosegado para acorralar al magnate, paradigma del populismo que ha infectado a la clase política mundial.
Si los comicios en EE.UU siempre generan una atención global, esta vez todo se ha exponenciado. Después de cuatro años en la Casa Blanca, Trump lo ha agitado todo y el tablero internacional también se ha movido. No está claro que Biden sea lo mejor para Europa, pero si es evidente que Trump no es un aliado.
Donald Trump fue hábil al detectar el hartazgo de la clase trabajadora blanca, que había perdido poder adquisitivo y se acostaba temerosa de la inmigración. Sobre el papel, un tipo que había triunfado en los negocios debía saber que hacer.
Y la verdad es que bajo su presidencia las cosas iban francamente bien en Estados Unidos. La tasa de desempleo cayó a mínimos históricos y la economía del país registró un crecimiento significativo. Se torció todo con la pandemia.
El negacionismo de Trump acabó proyectando su versión más errática. La más absurda. Se burló del virus ante todo el planeta y acabó siendo un retrato tragicómico. Probablemente, enterró gran parte de sus logros. Biden es un político de toda la vida. Un tipo con prestigio en Washington y que parece garantizar que las cosas rueden como antaño. Su moderación es la receta para descabalgar a un antisistema.
Durante las últimas cuatro elecciones a la presidencia de EE.UU, el candidato que obtuvo más votos en Florida resultó triunfador, aunque ese aspecto carga de interrogantes el desenlace. Estadísticamente, los democratas suelen ganar en el estado soleado, aunque Trump lo hizo en 2016 cuando casi nadie lo esperaba.