Con casi dos horas de retraso, y tras cuatro mítines previos sin apenas descanso, el presidente Donald Trump cerró a medianoche su campaña electoral en las elecciones de Estados Unidos. Lo hizo en Grand Rapids (Michigan), el mismo lugar, en un guiño supersticioso, que cuatro años atrás.
«Hay mucho amor, mucho amor», inició el mandatario ante sus seguidores, que combatieron la gélida noche agravada por los vientos de los grandes lagos con canciones, discursos de políticos locales, chocolate caliente y abrigos variopintos.
Mike, uno los jóvenes encargados del puesto de bebidas calientes, aplaudía con energía.
«No tengo ni idea de quién es, pero ayuda contra el frío, ¿verdad?», ironizó al reconocer que desconocía la identidad del orador mientras cobraba cuatro dólares por un capuccino humeante.
La espera se prolongó por la frenética agenda del presidente. En apenas 16 horas visitó cuatro estados: Pensilvania, Carolina del Norte, Wisconsin y Michigan, con dos actos.
Tras un arranque menos agresivo de lo habitual, Trump rápidamente recurrió a su caja de dardos. Atacó a los demócratas por «comunistas», querer terminar con la «industria petrolera», permitir el «aborto gratis», y «plegarse» a los deseos de China.
Asimismo, se mofó de los titubeos de su rival, el demócrata Joe Biden, a quien se ha referido toda la campaña como «Sleepy Joe» (Joe el adormilado).
«¿En serio le piensan votar?», se preguntó.
Las encuestas, sin embargo, muestran a Trump por detrás de Biden. «Esta vez, por favor, dadme un poco más de margen», señaló al referirse a la victoria en Michigan por apenas 10.000 votos, menos del 1 %, en las elecciones de 2016.
Afuera, miles de seguidores se vieron obligados a aparcar en el arcén de la carretera y seguir a pie durante varios kilómetros para poder llegar al aeropuerto Gerald Ford de Grand Rapids, lugar del evento.
Portaban las pancartas con los lemas que se han convertido en referentes de la propuesta descarada y nacionalista del exmagnate inmobiliario neoyorquino desde «Dejad de votar a idiotas» a no «No más estupideces».
Y, sobre todo, su idea recurrente estampada en el océano de gorras rojas «Hacer grande a EE.UU. de nuevo». Trump culminó su intervención pasada la una de la madrugada, y fundía así el cierre de campaña con el inicio de la jornada de votación.
Los estadounidenses acuden este martes a las urnas más polarizados que nunca, en unas elecciones en las que tanto el mandatario como la oposición demócrata, pese a todas sus diferencias, han coincidido en enmarcarlas como un referéndum a los cuatro vertiginosos años del controvertido mandatario republicano.
«Tenía una vida tan maravillosa antes, y la dejé por vosotros. ¿Pero sabéis una cosa? Me encanta, y quiero cuatro años más», reflexionó ante la ovación generalizada.
La pregunta que queda en el aire, y con la que los asistentes volvieron a sus vehículos bajo la noche estrellada, fue la misma que se hacen el resto de los estadounidenses y que no está exenta de ansiedad: «¿Ha dado Trump el último discurso de su carrera política?».