El centro de Praga ha sido escenario de disturbios este domingo después de que unos 2.000 hinchas, según la policía checa, protestaran contra la suspensión de las competiciones de fútbol y hockey sobre hielo durante catorce días para frenar la pandemia.
Los hinchas, de distintos equipos y unidos por su aversión a las restricciones del Ejecutivo de coalición entre liberales y socialdemócratas, improvisaron un podio de oradores, pero éste fue desalojado por la policía porque se trataba de un acto ilegal.
El país centroeuropeo -con los peores datos de contagio en la Unión Europea- se encuentra bajo el estado de emergencia desde el 5 de octubre y sólo se permiten protestas de hasta 500 personas.
La concentración en la histórica Plaza Vieja estaba convocada hasta las 13.00 GMT y, tras ser disuelta, algunos asistentes comenzaron a lanzar cohetes, bengalas, petardos y otros objetos contra el dispositivo de seguridad, lo que produjo heridos, aunque su cifra no ha sido precisada por los servicios de urgencia.
La policía intervino para dispersar a los hinchas con material antidisturbios, incluido un cañón de agua a presión y agentes a caballo.
Las fuerzas de seguridad detuvieron a 16 personas por llevar objetos peligrosos, como material explosivo, manoplas de acero, porras telescópicas e incluso un arma de fuego, precisó la policía en Twitter.
La concentración fue condenada por el primer ministro Andrej Babis, que se mostró «perplejo por la falta de miramiento y egoísmo de algunos ciudadanos, que se ponen en peligro a si mismos y a otros».
El sábado hubo una protesta similar en Bratislava, capital de Eslovaquia, cuando varios cientos de aficionados «ultras» de fútbol se concentraron delante de la sede del Gobierno y pidieron la dimisión del primer ministro, el populista conservador Igor Matovic, por las medidas contra la pandemia.
La policía intervino con gases lacrimógenos y cañones de agua antidisturbios para disolver la concentración, en la que se produjeron varios heridos.