Alemania ha comenzado este sábado las celebraciones del Día de la Unidad, que conmemora el 30 aniversario de la reunificación, con una serie de eventos limitados por el impacto de la pandemia en todo el país.
La canciller, Angela Merkel, el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, y el veterano político y presidente del Parlamento alemán, Wolfgang Schaeuble, han participado en una ceremonia oficial de aforo reducido en la iglesia de San Pedro y San Pablo en la ciudad de Potsdam, a unos 25 kilómetros al suroeste de Berlín.
Al evento solo se ha permitido la entrada a 130 asistentes, siempre con mascarilla obligatoria, y en medio de una importante presencia policial de unos 2.500 agentes, enviados para contener varias manifestaciones contra el evento.
Steinmeier dará después un discurso en otro evento en Balbelsberg, hogar de los míticos estudios de cine de la era de la República de Weimar.
Las dos Alemanias se unieron oficialmente en un día, hace este sábado exactamente 30 años. Pero la reunificación está lejos de ser un hecho: el auge de la extrema derecha, las diferencias económicas, y hasta el desigual impacto del coronavirus sólo pueden explicarse hablando de aquel muro.
La tesis de las persistentes desigualdades económicas, sociales y políticas entre el este y el oeste, pese a tres décadas de esfuerzo de integración y miles de millones en cohesión, son ampliamente compartidas: del desempleado de larga duración de Magdeburgo al banquero en Fráncfort, pasando por la inmensa mayoría del espectro político, con la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) y los postcomunistas de La Izquierda a la cabeza, e incluyendo a Angela Merkel, la primera canciller alemana procedente de la antigua República Democrática (RDA).
«Hemos conseguido mucho en estos 30 años. Hemos logrado reducir claramente las diferencias de nivel de vida entre el este y el oeste. Pero persisten diferencias estructurales. Son necesarios más esfuerzos. Porque la reunificación no es una tarea concluida, sino un proceso en marcha», aseguró esta semana la canciller.
EL MURO SOCIO-ECONÓMICO
Los datos le dan la razón. Según el informe «30 años de la Reunificación Alemania» de la Oficina Federal de Estadística (Destatis), la riqueza de las familias es más del doble en el oeste que en el este (182.000 euros de media frente a 88.000 euros), mientras que el porcentaje de personas en riesgo de pobreza en el este es de casi el 18 % por el 15 % del oeste.
Los seis «nuevos estados federados», los provenientes de la antigua RDA (con la excepción de Berlín, por su capitalidad), aportan menos a la economía, exportan significativamente menos, tienen peores sueldos, menores pensiones, y una población más envejecida y más rural, con más problemas de sobrepeso y mayores necesidades en dependencia. Además, sus familias son más pequeñas y sus madres, de media, más jóvenes.
La sombra del muro es perceptible hasta en el fútbol. De los 18 equipos que componen la primera división de la Bundesliga sólo tres son del antiguo este. Y se podrían poner varios asteriscos a esta afirmación: dos son de Berlín (uno de ellos recién ascendido) y el tercero, el RB Leipzig, sólo alcanzó la máxima categoría después de que lo adquiriese capital extranjero.
DOS PANDEMIAS
Incluso en la pandemia las diferencias son significativas. El coronavirus ha tenido una incidencia claramente inferior en los «Länder» del este. Quizá por esos menores lazos comerciales con el extranjero, por que con menos dinero disponible se puede viajar menos o porque el este está menos densamente poblado.
En un extremo se sitúan, Mecklemburgo-Antepomerania y Sajonia-Anhalt, ambas en el este, que acumulan desde el inicio de la pandemia 75,8 y 121,9 casos por cada 100.000 habitantes. En el otro extremo se encuentran Baviera y Baden-Württemberg, «Länder» occidentales, con 529,1 y 453,9, respectivamente.
Actualmente, frente a los 38 nuevos casos en los últimos siete días por cada 100.000 habitantes en Berlín y los 35 en Bremen, 28 en Hamburgo y 23 en Renania del Norte-Westfalia, las cifras del este son envidiables: Mecklemburgo Antepomerania (4), Sajonia-Anhalt y Brandeburgo (7), Turingia (5), Sajonia (8).
EL ESTE, TERRENO PARA LA ULTRADERECHA
Las diferencias son también perceptibles en el ámbito político. Los dos partidos en los extremos del espectro político, AfD y La Izquierda, obtienen mejores resultados en el este, donde la desafección con el sistema es mayor por motivos económicos, sociales y demográficos.
Mientras, las formaciones en torno al centro político, conservadores y socialdemócratas, pero también liberales y verdes, puntúan mejor en el oeste.
Comparando los resultados de las últimas elecciones regionales en los 16 estados federados del país, AfD ha registrado notables resultados en el este (entre el 27,5 % de Sajonia y el 20,8 % de Mecklemburgo-Antepomerania; y la excepción berlinesa, 14,2 %) y datos generalmente discretos en el oeste (entre el 5,9 de Schleswig-Holstein y el 15,1 % de Baden-Württemberg).
Las diferencias en lo político alcanzan las cuestiones más fundamentales. La última encuesta «Deutschlandtrend» apunta que el 68 % de los germanooccidentales está satisfecho o muy satisfecho con la democracia en su país, mientras que sólo el 50 % de los germanoorientales se expresa así.
Los habitantes del este conceden que la situación de la libertad de expresión y el sistema sanitario es mejor que hace 30 años, pero creen que el sistema educativo y la cohesión social era mejor antes de la reunificación.
El sentimiento de identidad distingue también a las dos Alemanias. En el oeste el 78 % se considera «alemán» (frente a un 16 % que se ve como «germanoccidental"), mientras que en el este sólo el 55 % de la población se siente «alemán» (por un 41 % que se identifica como «germanoriental").
Un estudio de sociólogos y psicólogos llamado «Cohesión precaria» que se publica la próxima semana señala que cerca del 75 % de los habitantes del oeste rechazan una dictadura en cualquier circunstancia, mientras que en el este defienden esta posición sólo el 55 %.
LA ESPERANZA, EN LA JUVENTUD
Estas diferencias a nivel ideológico han llevado a la fundación Otto Brenner, cercana a los sindicatos, a titular su último estudio sobre el estado de la Unión recuperando una recurrente frase hecha en Alemania: «¿Un muro en las cabezas?».
No obstante, este análisis arroja un rayo de luz sobre la situación de las dos Alemanias. Y la clave está en los jóvenes, en los nacidos tras la caída del muro de Berlín (1989), como señala el gerente de la fundación Otto Brenner: «Los datos lo muestran claramente: cuando mayores son los encuestados, mayor fuerza tienen en ellos el muro».
«En relación a las actitudes nuestros resultados dan pie a un optimismo realista», concluye la autora del informe, Ayline Heller.
El camino hasta la reunificación real será aún largo, según los expertos. También Merkel lo cree así: «Son retos para toda Alemania que también en el futuro van a requerir mucho tiempo, fuerzas y medios financieros».