El número de muertes registradas en hospitales del Reino Unido por COVID-19 ha aumentado en 737 en las últimas 24 horas, hasta un total de 10.612, ha informado este domingo el Ministerio de Sanidad.
Esta cifra es algo inferior a los 917 fallecimientos confirmados el sábado y al récord de 980 anunciado el viernes, que fue la mayor cantidad registrada en un día en un país europeo.
El Ministerio ha indicado que, hasta las 08 GMT de este domingo, se han realizado análisis de la enfermedad a 282.374 personas, de las cuales 84.279 han dado positivo. En una rueda de prensa, el ministro del Interior, Matt Hancock, ha declarado que se trata de «un día sombrío» en el Reino Unido, al superarse la barrera psicológica de las 10.000 muertes.
En declaraciones a la BBC, el científico Jeremy Farrar, miembro del equipo asesor del Gobierno, ha dicho previamente que «es probable» que este país sea «uno de los más afectados, o el que más» por la pandemia en Europa, por delante de Italia, España y Francia.
El anuncio de los últimos datos coincide con la salida del hospital londinense de St. Thomas del primer ministro conservador, Boris Johnson, que ingresó el pasado 5 de abril con COVID-19 y pasó tres noches en cuidados intensivos, y ahora seguirá recuperándose en su residencia oficial de Chequers.
En un vídeo difundido en Twitter, Johnson agradece personalmente a los profesionales del servicio nacional de salud (NHS) que le hayan «salvado la vida» e insta a los británicos a quedarse en casa para proteger la sanidad pública.
Paradójicamente Johnson, que ha reconocido en su mensaje que estuvo a punto de morir, ha sido criticado por su lentitud inicial a la hora de aplicar las restricciones en el Reino Unido en pro de una hipotética inmunización colectiva por contagio, una teoría científica que el Gobierno asegura que no formó parte de la política oficial.
A la espera del regreso del líder, que es sustituido provisionalmente por el ministro de Exteriores, Dominic Raab, aumentan en el país las quejas del personal médico y de enfermería, entre otros sectores como el de atención social, por la falta de equipamiento de protección adecuado para atender a los pacientes.
El líder de la oposición laborista, Keir Starmer, ha pedido que el Parlamento, suspendido desde el 26 de marzo salvo algunas comisiones de control, se reúna «cuanto antes» para someter a escrutinio la estrategia del Gobierno contra la pandemia.
Starmer ha señalado que el Ejecutivo debe responder frente a las acusaciones de falta de equipamiento así como de los indicios que demuestran que las personas de raza negra y de minorías étnicas están sufriendo más los estragos de este virus.
Un portavoz del líder conservador en la Cámara de los Comunes (el representante del Gobierno), Jacob Rees-Mogg, ha informado hoy de que se trabaja para que el Parlamento reanude sus sesiones virtualmente en la fecha prevista del 21 de abril, después del receso de Semana Santa.