Estados Unidos superó este miércoles los 400.000 casos confirmados de COVID-19 y las 13.000 muertes, con la enfermedad cada vez más extendida a lo largo del país, pero con señales de estabilización en algunos de los principales focos.
Según datos de la Universidad Johns Hopkins, a las 18.00 horas de este miércoles, Estados Unidos acumulaba 402.923 positivos y 13.007 fallecimientos, que están aumentando a un ritmo cercano a los 2.000 por cada 24 horas.
Nueva York sigue siendo el gran epicentro de la pandemia con más de 142.000 positivos, muy cerca ya de las cifras de España, y con 6.268 fallecidos, tras un nuevo récord de 779 en la última jornada.
Y las cifras reales, según admiten las autoridades, son seguramente mucho peores, pues no se están contabilizando los muertos fuera de hospitales a menos que ya hubiesen dado positivo previamente. Solo en la ciudad de Nueva York, se cree que entre 100 y 200 personas pueden estar falleciendo cada día en sus hogares con COVID-19.
Las continuas sirenas de ambulancias que se escuchan en la Gran Manzana y las imágenes de cuerpos sin vida saliendo de los hospitales rumbo a improvisadas morgues siguen ilustrando el día a día para los residentes, entre los que se ha generalizado el uso de mascarillas o formas caseras de cubrirse el rostro.