Estados Unidos dijo el domingo que se preparaba para retirar unos 1.000 efectivos del norte de Siria después de tomar conocimiento de que Turquía planeaba extender una incursión militar contra sus enemigos kurdos más al sur de lo planeado originalmente.
Otra consideración detrás de la decisión, según indicó el secretario de Defensa estadounidense Mark Esper, era que unos aliados de Washington liderados por los kurdos, las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), buscaban hacer un acuerdo con Rusia para contrarrestar la avanzada turca.
Resaltando los objetivos de Turquía, el presidente Tayyip Erdogan dijo que la incursión se extendería desde Kobani en el oeste hasta Hasaka en el este, entrando unos 30 kilómetros en territorio sirio, «en línea con el mapa de zona segura que declaramos previamente».
Dijo en una conferencia de prensa en Estambul que la ciudad fronteriza de Ras al Ain ya estaba bajo control turco.
Ankara también dijo que fuerzas turcas y aliados rebeldes sirios habían tomado una carretera unos 30-35 km dentro de territorio sirio, lo que cortaría una arteria principal que vincula las regiones gobernadas por los kurdos del norte de Siria, destrozado por la guerra.
Un responsable de las FDS dijo que había enfrentamientos a lo largo de la ruta.
También empezaban a divulgarse reportes de víctimas civiles. Un ataque aéreo turco en Ras al Ain mató a nueve personas incluyendo cinco civiles el domingo, dijo el grupo de monitoreo Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Las FDS dijeron que el ataque había apuntado a un «convoy civil».
La ofensiva turca busca neutralizar a la milicia kurda YPG, principal componente de las FDS y vista por Ankara como un grupo terrorista alineado con insurgentes kurdos en Turquía.
Pero las FDS también han sido un aliado clave de Washington en unos combates que han desmantelado el «califato» yihadista de Estado Islámico en Siria.
El fin declarado más amplio de Ankara es concretar una «zona segura» dentro de Siria para reubicar a muchos de los 3,6 millones de refugiados de la guerra siria que alberga Turquía. Erdogan ha amenazado con mandarlos a Europa si la Unión Europea no respalda su incursión.
Pero la ofensiva turca ha activado la alarma internacional por los desplazamientos de civiles a gran escala que causó y, en medio de la conmoción, un aumento del riesgo de que militantes de Estado Islámico escapen de prisiones manejadas por autoridades dirigidas por los kurdos.
Mujeres asociadas a Estado Islámico y sus niños huyeron en masa de un campo donde estaban siendo retenidas en el norte de Siria el domingo después de unos bombardeos de fuerzas turcas, dijo la administración regional liderada por los kurdos.
Turquía ahora enfrenta amenazas de posibles sanciones de Estados Unidos, su aliado en la OTAN, a menos que cancele la incursión.
Otros dos aliados de la OTAN, Alemania y Francia, han suspendido exportaciones de armas a Turquía. Por su parte, la Liga Árabe ha denunciado a la ofensiva turca como «una invasión de territorio árabe».
La noticia del domingo, de la planeada evacuación de fuerzas estadounidenses, se conoció después de que el presidente Donald Trump abruptamente cambiara su política y retirara un número menor de tropas de Estados Unidos desplegadas para apuntalar a las fuerzas kurdas en la campaña contra Estado Islámico.
Esa decisión, a su vez, ayudó a abrir la puerta para que Turquía iniciara su ofensiva contra las FDS lideradas por los kurdos.
«En las últimas 24 horas, supimos que (los turcos) probablemente tienen la intención de extender su ataque más al sur de lo planeado originalmente, y hacia el oeste», dijo Esper en una entrevista grabada con CBS.
«También hemos sabido en las últimas 24 horas que las (...) FDS quieren llegar a un acuerdo con los sirios y los rusos para contraatacar a los turcos en el norte».
Esper calificó la situación de «insostenible» para las fuerzas estadounidenses, diciendo que anoche habló con Trump y que el presidente ordenó que «comenzaran una retirada deliberada de las fuerzas del norte de Siria».
El sábado, Trump defendió su decisión de retirar algunas fuerzas de la región de la frontera con Siria, diciendo a activistas cristianos conservadores que Estados Unidos debería priorizar la protección de sus propias fronteras.