El primer ministro británico, el conservador Boris Johnson, lanzó este miércoles un órdago a la Unión Europea (UE) al exigir que se reemplace la cláusula diseñada para evitar una frontera en Irlanda del Norte por arreglos alternativos como condición para llegar a un acuerdo del «brexit».
El líder «tory» propone que el Úlster se mantenga alineado con las regulaciones del mercado único tras la salida del Reino Unido del bloque comunitario, pero solo en materia de libre circulación de mercancías y de forma temporal.
El Parlamento autónomo de Irlanda del Norte tendría derecho a vetar esos arreglos antes de que entraran en vigor y debería renovar su respaldo cada cuatro años, según los planes del Ejecutivo británico.
El presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, advirtió de que la propuesta tiene «puntos problemáticos», aunque no cerró la puerta a continuar dialogando en esa dirección, y subrayó que también hay «avances positivos» en las ideas de Londres.
«La Comisión evaluará ahora el texto legal de forma objetiva, bajo nuestros ya conocidos criterios», afirmó Juncker.
La propuesta choca aparentemente con la postura que ha mantenido hasta ahora la UE, que quiere que la cláusula de seguridad norirlandesa sea indefinida, hasta que se haya pactado un nuevo acuerdo comercial que asegure que no habrá fricciones en la frontera.
En la carta remitida a la Comisión, Johnson afirma que sus planes son una «amplia zona de aterrizaje sobre la cual un acuerdo puede comenzar a tomar forma».
Un portavoz del Gobierno británico recalcó, al mismo tiempo, que esta es la última oferta detallada que piensa remitir Londres y que, si Bruselas no acepta dialogar a partir de esas bases, no volverán a sentarse en la mesa de negociaciones hasta que el divorcio se haya consumado de manera no consensuada.
Johnson asegura que la nueva «área regulatoria» que propone evitaría controles aduaneros y preservaría los acuerdos de paz firmados en 1998, que exigen que no haya infraestructuras físicas entre la región británica y la República de Irlanda.
Bajo su plan, Irlanda del Norte abandonaría la unión aduanera comunitaria al término del periodo del transición del «brexit», previsiblemente a finales del 2020, lo que permitiría a Belfast participar en los acuerdos comerciales que el Reino Unido espera firmar con terceros países en los próximos años.
La oferta fue el anuncio estrella que se reservó Johnson para la clausura de la conferencia del Partido Conservador que se ha celebrado en Manchester (norte de Inglaterra), ante cientos de entusiastas afiliados de la formación.
Poco después de pronunciar su discurso, el primer ministro publicó la misiva a Juncker en la que detalla los pormenores de su plan.
El líder «tory» señala en esa carta que la salvaguarda que aceptó su antecesora, Theresa May, era un «puente» hacia la futura relación que ella quería establecer con la Unión Europea.
Johnson, sin embargo, no desea que el Reino Unido esté integrado de manera tan íntima en las estructuras comunitarias como ella pretendía, sino que aspira a formalizar un acuerdo de libre comercio entre ambos lados del canal de la Mancha que le permita «retomar el control» completo de su política con terceros países.
«En esas circunstancias, la cláusula propuesta (para Irlanda del Norte) es un puente hacia ninguna parte y debemos encontrar un nuevo camino», recalca el jefe de Gobierno en el texto.
El plan ha sido acogido con buenos ojos por el Partido Democrático Unionista (DUP), socio parlamentario de los conservadores, cuyos votos serían necesarios en caso de que se firmara un nuevo tratado y se volviera a someter a la consideración de la Cámara de los Comunes.
La oposición laborista, sin embargo, cargó contra Johnson por presentar un proyecto que en su opinión no es «creíble ni viable». «Se trata de un intento cínico para forzar un 'brexit' sin acuerdo», argumentó John McDonnell, portavoz de Economía laborista.
En su opinión, «Johnson no tiene ni la intención ni la capacidad de negociar un acuerdo» en esos términos.
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, avanzó que las ideas de Londres «no son prometedoras» y no parece que, en su opinión, puedan sentar las bases de un acuerdo, aunque espera todavía analizar los documentos remitidos por el Gobierno británico antes de dar un juicio definitivo.