El barco de la ONG alemana Sea Watch accedió este miércoles a aguas territoriales de Italia para desembarcar a 42 migrantes rescatados hace dos semanas en el Mediterráneo, desoyendo así la prohibición del ministro del Interior, Matteo Salvini.
La capitana del barco, la alemana Carola Rackete, de 31 años, retó la férrea política de puertos cerrados para las ONG de Salvini y su reciente decreto que conlleva multas de hasta 50.000 euros para las organizaciones que incumplan su prohibición, entre otras medidas.
«He decidido entrar en el puerto de Lampedusa (isla del sur). Sé a qué me arriesgo, pero con 42 náufragos a bordo estamos al límite. Les pondré a salvo», adelantó Rackete en las redes sociales.
El pasado 12 de junio, la nave «Sea Watch 3», de bandera neerlandesa, salvó a 53 inmigrantes frente a las costas de Libia y se negó a devolverlos a ese país al no considerarlo un puerto seguro, dada la guerra y la violencia que lo azota desde 2011.
Desde el rescate, el barco ha pasado trece días ante Lampedusa, deambulando en el límite invisible de sus aguas territoriales, esperando un permiso de Italia que no llegó.
A bordo quedan 42 inmigrantes, después de la evacuación de varias personas por motivos médicos en los últimos días, y la situación es «desesperada» tras casi dos semanas en alta mar, con los náufragos hacinados e incluso amenazando con no comer o lanzarse al agua.
Ni siquiera el Tribunal Europeo de Derechos Humanos defendió a estas personas, al no obligar a Italia a permitir el atraque del barco, tal y como había solicitado la propia ONG, por lo que la capitana decidió actuar por su cuenta y asumir la responsabilidad.
«Esta mañana hemos comunicado a los náufragos la decisión de la Corte de desestimar nuestro recurso. Están desesperados y se sienten abandonados. Lo ven como una negación de sus derechos por parte de la Unión Europea», tuiteó la ONG a primera hora de la mañana.
Por eso, horas después, en torno a las 14.00 locales (13.00 GMT), la embarcación entro en aguas de Italia para dirigirse directamente al puerto de Lampedusa, ignorando los avisos de una de las naves de la Guardia de Finanza (policía de frontera) que la esperaba.
Escoltada por varias embarcaciones policiales, finalmente se detuvo a poca distancia de la isla, donde fueron desplegados varios agentes de los Carabineros, y se espera que atraque a última hora, una vez zarpe el último barco de conexión con la isla de Sicilia.
El ultraderechista Salvini había sido tajante con la tripulación del barco y sobre todo con la joven capitana, a quienes avisó muy irritado de que «pagarían las consecuencias», en una retransmisión de Facebook, en la que les acusó de hacer «política».
Y advirtió de que no dudaría en «usar cualquier método» e incluso desplegar las «fuerzas públicas» para impedir su legada a Lampedusa.
Pero también fue muy crítico con las autoridades de la Unión Europea y con los Gobiernos de Alemania, de donde es la ONG, y de los Países Bajos, que da bandera a la nave humanitaria.
«No puede ser que haya gobiernos a los que no les importe lo que hacen los barcos con su bandera o sus ONG», declaró Salvini, para agregar que Italia «no es una agencia de viajes y las fronteras nacionales no dependen de lo que quiera hacer un comandante».
El ministro calificó estos hechos como «una provocación y un acto hostil» y expresó su deseo de que los Países Bajos «se hagan cargo de los inmigrantes a bordo».
Por su parte, el ministro de Exteriores de Italia, Enzo Moavero di Milanesi, solicitó a su embajador en La Haya que dé un «paso formal» inmediatamente ante el Gobierno neerlandés por este caso.
Se desconoce el futuro que aguarda a los inmigrantes una vez que sean desembarcados en Lampedusa, mientras que la capitana y la tripulación podrían hacer frente al cuestionado «Decreto Seguridad Bis» de Salvini, el primer caso desde su aprobación el 14 de junio.
En caso de no respetar la prohibición de entrar en aguas italianas, como ha ocurrido, la medida prevé multas de hasta 50.000 euros y, si reitera su acción, se podría confiscar la nave.
El vicepresidente del Gobierno y socio de Salvini, Luigi Di Maio, líder del Movimiento Cinco Estrellas, pidió a la UE «abrir los ojos» y revisar los Tratados de Dublín sobre inmigración.
Mientras el barco se encontraba frente a las costas de Lampedusa, Salvini ya pedía que las autoridades judiciales emitieran una orden de arresto contra la tripulación por este «flagrante delito».