El Gobierno de Escocia presentó este miércoles ante el Parlamento regional el proyecto de ley para celebrar un segundo referéndum de independencia del Reino Unido, un trámite para el que requiere el acuerdo del Ejecutivo británico, que por ahora mantiene su negativa a consensuar una consulta.
Tras la publicación del texto legal, la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, afirmó que «ahora más que nunca» es «esencial» que Escocia mantenga «las opciones abiertas» para que sus ciudadanos «tengan la oportunidad de elegir un futuro mejor».
«Un referéndum de independencia dentro de este periodo parlamentario dará a Escocia la oportunidad de elegir ser una nación europea independiente, en lugar de tener un futuro con el 'brexit' impuesto sobre nosotros», declaró.
La Ley de Referéndum presentada este miércoles no establece una fecha o una pregunta para la eventual consulta, ya que la intención del Gobierno de Edimburgo es consensuar todo el proceso con el Ejecutivo central, por lo que la norma recoge que estas cuestiones podrían incluirse después a través de «legislación secundaria».
«Buscaremos un acuerdo (con el Gobierno británico) para la transferencia de poderes en el momento apropiado de forma que sea posible un referéndum de independencia que esté libre de cualquier desafío (legal) y que se tramitará más adelante en este Parlamento», precisó la dirigente independentista.
Sturgeon reiteró así su voluntad de que el plebiscito se celebre con el visto bueno de Londres, a semejanza del proceso seguido en 2014, cuando el entonces primer ministro, David Cameron, y el jefe del Ejecuto escocés, Alex Salmond, firmaron el Acuerdo de Edimburgo, el cual posibilitó la consulta en que el 55 % rechazó la separación.
Para que se celebre una votación de este tipo legalmente vinculante, es necesario que el Gobierno central active la orden de la sección 30, un mecanismo legal que trasladaría al Parlamento escocés las competencias necesarias en materia de referendos.
Sturgeon calificó de «indignación democrática» que el gabinete de la primera ministra, la conservadora Theresa May, mantenga el bloqueo a un nuevo referéndum, una postura que, de mantenerse sin variación, sería «absolutamente insostenible».
El objetivo de la líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP) es que el proyecto de ley complete el trámite parlamentario antes de finales de 2019, ya que considera que «el momento adecuado» para celebrar la consulta sería a finales del próximo año, meses antes de las elecciones regionales previstas para mayo de 2021.
Aunque el SNP gobierna en minoría cuenta con el respaldo de los Verdes - que también apoyan la independencia - para aprobar leyes de gran calado como esta.
En una comparecencia ante la Cámara regional, el ministro de Relaciones Constitucionales, Michael Russell, dijo hoy que el SNP continuará trabajando para conseguir un segundo referéndum del «brexit» que pueda evitarlo, pero destacó que convertirse en «una nación europea independiente» es «la mejor manera de avanzar».
Además, avanzó que su gabinete pondrá en marcha el próximo mes la primera ronda de conversaciones con todos los partidos para tratar de alcanzar consensos sobre la cuestión independentista.
El Partido Conservador, primero de la oposición, que mantiene que la ciudadanía ya se pronunció hace cinco años y lo hizo para rechazar la secesión, reprochó al SNP que continúe con su «obsesión» de conseguir un nuevo plebiscito, en lugar de centrar sus prioridades en la gestión de la economía y los servicios públicos.
En las recientes elecciones europeas, el SNP obtuvo el 37 % de los votos en Escocia, el mejor resultado de su historia, y consiguió tres de los seis eurodiputados que disputaba la región de los setenta y tres correspondientes al Reino Unido.
Un triunfo que Sturgeon ha atribuido a su «enfático» mensaje contrario a la salida de la Unión Europea y que ha interpretado como un refuerzo a la gestión de su formación, que lleva doce años en el Gobierno.
El pulso entre Edimburgo y Londres tiene visos de eternizarse, ya que si May se ha negado a abordar el asunto, es muy posible que quien la sustituya como líder de los conservadores y primer ministro en las próximas semanas mantenga la misma postura.