Los diputados británicos preparan una lista de vías alternativas para el Brexit que se someterán mañana a votación, al mismo tiempo que la primera ministra, Theresa May, utiliza los últimos resortes a su disposición para intentar aprobar el tratado de salida que ha negociado con Bruselas.
La Cámara de los Comunes ha arrebatado al Gobierno el control de la agenda parlamentaria de este miércoles para forzar una votación no vinculante en la que los diputados podrán marcar en una papeleta todas las opciones que estén dispuestos a aceptar de cara al Brexit.
Un segundo referéndum, mantenerse en el mercado único, cancelar la salida de la Unión Europea (UE) o abandonarla sin acuerdo están entre las posibles propuestas que se votarán, si bien la versión final de la lista la elaborará el presidente de la Cámara Baja, John Bercow.
El sistema de votación, insólito en la Cámara de los Comunes, puede no arrojar una decisión concluyente, por lo que los parlamentarios han dejado abierta la posibilidad de convocar una segunda ronda el próximo lunes.
Aunque la iniciativa condiciona la estrategia del Gobierno, May ya ha advertido de que no cumplirá las indicaciones de la cámara en caso de que las preferencias que expresen los parlamentarios no sean compatibles con los términos de la negociación que ha mantenido con la UE los últimos dos años.
En paralelo a esa votación en los Comunes, la primera ministra continúa trabajando para intentar que el Parlamento ratifique el jueves o el viernes el acuerdo del «brexit».
La posibilidad de que los diputados acaben forzando un retraso de la ruptura con la UE más allá de mayo agrega presión sobre el ala euroescéptica de los conservadores, que se han opuesto hasta ahora al pacto que defiende May.
Uno de los cabecillas de ese grupo, Jacob Rees-Mogg, ha sugerido que está dispuesto a valorar un respaldo al acuerdo, ante el peligro de que un retraso largo del «brexit» termine por frustrar por completo la salida del bloque comunitario.
Tanto él como el exministro David Davis han coincidido en señalar que la posibilidad de una ruptura sin acuerdo ha quedado diluida, dado que el Parlamento se opone a ese escenario, pero consideran que existe riesgo real de que el proceso de salida acabe descarrilando si vuelven a rechazar el pacto.
«El acuerdo de Theresa May es un compromiso. Debemos aceptar ese compromiso que se nos ofrece, o bien lo vamos a perder todo», dijo a la BBC Davis, miembro del ala dura de los euroescépticos, que dimitió el año pasado como ministro del «brexit» por sus discrepancias con el plan de la primera ministra.
Uno de los puntos de inflexión en el proceso para tratar de convencer a los «tories» más críticos puede llegar mañana por la tarde, cuando May se reúna con los diputados del grupo parlamentario conservador.
Ese encuentro llega rodeado de especulaciones en los medios sobre la posibilidad de que la primera ministra ofrezca un calendario para presentar su dimisión.
Algunos conservadores, como el exministro Boris Johnson, podrían respaldar el acuerdo si May se compromete a dar un paso atrás una vez se haya superado ese trámite.
Eso permitiría que un nuevo líder del Partido Conservador llegara a Downing Street para negociar la futura relación comercial con Bruselas una vez superado el escollo de la ratificación del acuerdo.
El pasado diciembre, May ya se comprometió ante los diputados de su formación a no presentarse a las siguientes elecciones, previstas por ahora para 2022, pero no estableció ninguna fecha para terminar su mandato.
Aunque el Gobierno logre sumar apoyos entre las filas conservadoras, mantiene también la batalla por convencer al norirlandés Partido Democrático Unionista (DUP), que se opone asimismo al pacto.
El portavoz de los norirlandeses para el «brexit», Sammy Wilson, arrojó hoy un nuevo jarro de agua fría sobre las expectativas del Ejecutivo al decir que prefiere prorrogar la ruptura con la UE un año antes que respaldar el acuerdo de May.