El rey Salman de Arabia Saudí ha tomado las riendas políticas de la crisis abierta por la desaparición del periodista Yamal Jashogi en el consulado de Estambul, después de una primera etapa en la que su hijo y heredero, Mohamed bin Salman, intentó mantenerle en una burbuja mostrándole solo noticias favorables en cadenas locales.
El heredero, de 33 años, ha asumido el día a día de un país que sigue oficialmente gobernado por su padre, de 82 años. Su afán reformista y la marginación de parte de la antigua cúpula le ha granjeado cierto malestar interno, pero en la práctica es él quien maneja los hilos de los servicios de seguridad e Inteligencia.
Sin embargo, su posición habría cambiado en estas últimas semanas, después de que Jashogi, abiertamente crítico con Bin Salman, desapareciese tras entrar al consulado saudí en Estambul el 2 de octubre. Las autoridades turcas sospechan que murió asesinado en el interior del edificio, mientras que Riad siempre ha negado cualquier responsabilidad.
Cinco fuentes cercanas a la familia real consultadas por la agencia Reuters han confirmado que la magnitud de la crisis ha superado al príncipe heredero y ha llevado a intervenir a su padre, consciente de las repercusiones que podría tener para la imagen y para la política saudí que se confirme lo que ya para muchos es un secreto a voces.
Las fuentes han explicado que el monarca no se enteró inicialmente de la magnitud de la polémica, en parte porque asesores de su hijo tenían la orden expresa de que el rey solo viese informaciones favorables a Arabia Saudí en televisiones locales. Sin embargo, la crecida de la ola mediática llegó también a palacio.
«Aunque MbS quería mantener el caso lejos del rey, no pudo porque la historia de la desaparición de Jashogi estaba en todos los canales árabes y saudíes que veía el rey», ha explicado una de las fuentes. Así, «el rey comenzó a preguntar a sus asesores» y finalmente fue su hijo quien le pidió ayuda «cuando el caso se convirtió en una crisis global».
Este giro explica el cambio de tono del Gobierno saudí, tras unos primeros días especialmente combativo, y que uno de los principales hombres de confianza del rey Salman, el gobernador de La Meca, Jaled al Faisal, fuese elegido para viajar a Estambul e intentar calmar los ánimos. Durante esta visita, Arabia Saudí y Turquía pactaron una comisión conjunta, completada también con una orden específica del rey a la Fiscalía saudí para que abriese su propia investigación.
Para una de las fuentes, la elección del príncipe Jaled es «reveladora», en la medida en que es «la mano derecha» del rey y un amigo del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. El monarca también ha hablado por teléfono con Erdogan, así como con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y ha recibido al secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo.
HABÍA «CALCULADO MAL»
Fue precisamente la reacción de Estados Unidos, histórico aliado de Arabia Saudí, uno de los factores que desencadenó la intervención del rey Salman. «Cuando la situación se descontroló y hubo malestar en Estados Unidos, MbS informó a su padre de que había un problema al que tenían que hacer frente», ha declarado.
El entorno del príncipe heredero había «calculado mal las repercusiones» de un caso que, en caso de derivar en medidas punitivas, podría incluso terminar afectando al mercado petrolero saudí, la joya de la corona del reino.
«Aunque es su hijo favorito, es necesario que el rey tenga una visión de conjunto por su supervivencia y la de la familia real», ha asegurado una fuente citada por Reuters, que no ha obtenido una respuesta oficial por parte del Gobierno o la casa real de Arabia Saudí sobre este aparente pulso de poder.
A medio plazo, la crisis amenaza con perjudicar la imagen del heredero al trono frente a un padre que, hasta ahora, «ha estado viviendo en una burbuja artificial». «La gente que le rodea está comenzando a decirle que despierte ante lo que está ocurriendo», ha dicho una fuente.