El primer ministro Benjamin Netanyahu elogió como un «hito histórico» la decisión del presidente Donald Trump de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel y de trasladar la embajada de Estados Unidos a esa ciudad.
Netanyahu, en un mensaje de vídeo pregrabado, dijo que cualquier acuerdo de paz con los palestinos debe incluir a Jerusalén como la capital de Israel e instó a otros países a seguir el ejemplo de Estados Unidos, algo que de momento no ha sucedido.
Las reservas a este nuevo enfoque al problema árabe-israelí se oyen en el mundo islámico y más allá. De este modo, un país con peso específico en la región como Egipto se apresuró a rechazar la decisión de la Casa Blanca, y mostró su «gran preocupación por las posibles consecuencias» en la estabilidad de toda la zona.
Otro actor relevante como Turquía condenó este reconocimiento a través de su ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu. «Hemos recibido con gran preocupación el anuncio irresponsable del Gobierno estadounidense de que reconoce Jerusalén como capital de Israel y que trasladará su embajada en Israel a Jerusalén, y lo condenamos», escribió en su cuenta de Twitter.
«Esta decisión es una clara violación del derecho internacional y de las decisiones de Naciones Unidas al respecto», concluye el mensaje.
Irán y Jordania son otros de los estados que han condenado seriamente la iniciativa de Trump, a raíz de la cual Hamas llamó a debilitar los intereses de Estados Unidos en la región y a «aislar» a Israel ante «una agresión flagrante contra los palestinos».
En una línea similar el presidente de Francia, Emmanuel Macron, tildó de «desafortunada» la decisión de su homólogo de Estados Unidos. «Es una decisión desafortunada, Francia no la aprueba, y contradice el derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU».
Precisamente el secretario general de la organización de naciones, António Guterres, afirmó que el estatus final de Jerusalén debe ser resuelto en negociaciones directas entre Israel y los palestinos, y recalcó la necesidad de avanzar hacia la solución de dos estados. «Quiero ser claro: no hay alternativa a la solución de dos estados. No hay un plan B», indicó.
De este modo, ha recordado que cualquier decisión que no sea aceptada por todas las partes «podría poner en peligro la posibilidad de la paz entre israelíes y palestinos», y las negociaciones que se produzcan deben «tomar en cuenta las legítimas preocupaciones tanto del lado palestino como del israelí».
«Entiendo el profundo apego que Jerusalén tiene en los corazones de tanta gente. Ha sido así durante siglos y siempre lo será», añadió el titular de Naciones Unidas.