El consejo de ancianos de una aldea de una zona remota de Pakistán decidió que una niña debía ser violada como 'pago' por otra agresión sexual de la que se acusaba a un hermano suyo, de 16 años, a otra niña de trece.
Según informan diversos medios, entre ellos la BBC, la conocida como 'jirga' imputó la pena del supuesto violador a su hermana como medio para malograr su honor, una 'solución' consensuada por las dos familias de las niñas, que además guardan vínculos familiares.
Las madres de las niñas denunciaron estos hechos a la policía, y los agentes detuvieron a unos veinticinco miembros del consejo.
En las zonas rurales del país estos consejos de ancianos aún tienen poder para dirimir disputas y rencillas de diversa índole. En numerosas ocasiones sus dictámenes son criticados y perseguidos por las autoridades oficiales, que desde hace un año han endurecido sus políticas contra los llamados crímenes de honor.
Estos crímenes parten de la creencia extendida de que la víctima, generalmente mujer, es una propiedad más y no una persona libre.
En muchas ocasiones son sus propios familiares los que ejecutan o hieren brutalmente a las mujeres, por razones como mantener relaciones extramatrimoniales, negarse a un matrimonio concertado, vestir de forma inapropiada o ser violadas.