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Las FARC cambian las armas por la música para festejar la paz

David, de 33 años, perdió su brazo combatiendo con las FARC. Ahora juega relajado con la pelota en uno de los tiempos de asueto de la Décima Conferencia Nacional de la guerrilla. | JOHN VIZCAINO

| Llanos del Yarí, Colombia |

Los miembros de las FARC han confirmado la afición de los colombianos por el baile con un improvisado festival de música que se celebra todas las noches en los recesos de su Décima Conferencia Nacional y que comienza a tomar las formas de un «Woodstock guerrillero».

Llegar hasta los remotos Llanos del Yarí en el sur del país, donde se desarrolla la conferencia, no ha sido un problema para la decena de grupos que no deseaban perder la oportunidad de tocar ante los centenares de guerrilleros que se han desplazado hasta la zona.

Unos 800 participan en la logística, mientras que otros 200 son delegados en la conferencia que debe ratificar el acuerdo de paz alcanzado con el Gobierno y aprobar la dejación de armas.

La cercanía de la paz ha generado un ambiente de felicidad que ha hecho que incluso los mandos se pasen por esa exhibición de bailes populares en que se han convertido los Llanos del Yarí.

El cabecilla de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias «Timochenko», se unió una de las noches a la fiesta. Jaleado por sus subordinados se subió al escenario cuando tocaban los «Rebeldes del Sur», una banda conformada íntegramente por guerrilleros que hicieron las delicias con su música tropical, cumbia y salsa.

«Timochenko» disfrutó de la música pero puso en duda esa máxima universal de que todos los colombianos bailan bien y apenas se meneó durante el concierto.

«Estamos felices y contentos de recibir la paz cantando y bailando, es la mejor forma de hacerlo, todos estamos alegres, se avecina un nuevo futuro para Colombia, la paz con alegría», dijo a Efe Paola Sainz, miembro del bloque «Comandante Jorge Briceño».

El fin del conflicto armado de más de medio siglo se ejemplifica para ella en la música porque supone «una verde esperanza que cobija a todos los colombianos».

La guerrilla, que si todo va como debe, se desmovilizará después de que el acuerdo sea firmado el próximo 26 de septiembre y ratificado en plebiscito el 2 de octubre, considera que la paz llegará con «empleo, igualdad y alegría» para que «los niños de Colombia no se sigan muriendo de hambre».

«Somos un país alegre, la alegría siempre nos ha caracterizado», apostilló mientras bailaba las notas de «Alerta kamarada», una banda de reggae de Bogotá.

Las letras de las canciones de las bandas suelen estar llenas de compromiso político y social, pero a veces generan algo de fricción con la línea de las FARC por ejemplo en el tema del narcotráfico.

«Alerta kamarada» hizo un alegato a favor de la legalización de la droga que no cuadra mucho con las posiciones que mantiene de manera pública el mando guerrillero, que niega su implicación en el negocio de la cocaína.

Otro de los delegados en la conferencia, Luis Torres, señaló que los conciertos están muy bien porque hacen que «la gente esté contenta y con muchas ganas de que todo salga bien».

«Estas fiestas nocturnas son sensacionales, es súper que toda la guerrillerada pueda gozar de un buen ambiente de paz y de disfrute también después de tanto conflicto y tanta violencia. Me parece bacano (genial) que haya un espacio cultural y de goce», destacó Torres.

No solo para los aficionados, para los aspirantes a vivir de la música tras dejar la guerrilla, como los «Rebeldes del sur», esta ha sido la opción de ponerse a prueba en un gran escenario y con una audiencia numerosa.

Jonás Rodríguez, uno de sus fundadores, explicó que la dinámica del conflicto ha hecho que los miembros fueran cambiando porque algunos de los músicos cayeron en combates con el Ejército.

La banda, integrada por guerrilleros del Bloque Sur de las FARC, no ensaya sino que «entrena las canciones» cuando tiene un hueco entre sus labores de combate, un vocabulario que no termina de cuajar con el de la paz.

Y cuando la música se acaba, como en cualquier festival del mundo, el «Woodstock guerrillero» se traslada a las carpas donde se duerme (o no) y se espera al día siguiente.

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