La ciudad de Ferguson, en Misuri (EE.UU.), logró evitar en el aniversario de la muerte de Michael Brown una nueva ola de disturbios como los que hicieron historia en 2014 después de que el joven negro muriera a manos de un policía.
El tiroteo en el que el domingo por la noche resultó herido de gravedad otro joven negro despertó los peores temores y la ciudad se preparó para impedir la vuelta de la violencia, los saqueos y los enfrentamientos entre agentes y manifestantes que marcaron las protestas raciales del año pasado.
Los tiroteos de la noche del domingo, seguidos por la tensión de la noche del lunes, obligaron a las autoridades a declarar el estado de emergencia, aún vigente a pesar de que la jornada del martes ha transcurrido con total normalidad.
Hoy no ha habido marchas en la ciudad y la avenida West Florissant, epicentro de las protestas, mostraba una imagen muy distinta a la madrugada anterior: limpia, tranquila y casi vacía después de cinco horas de tensión, arrestos y lanzamiento de objetos contra los agentes la noche anterior.
En el otro escenario habitual de las manifestaciones en Ferguson, frente al Departamento de la Policía local, tampoco hubo incidentes más allá de que los agentes detonaran un paquete sospechoso.
Desde que el sábado comenzaran las marchas por el aniversario de la muerte de Brown, ha habido poco más de 24 horas de violencia y tensión en Ferguson, pero el balance de detenciones asciende a 144.
Según el recuento de la Policía del condado de San Luis, donde está Ferguson, las protestas de la noche del lunes se saldaron con 23 arrestos, que se suman a los 64 efectuados en el corte en hora punta de la interestatal 70 ese mismo día y los 57 de la manifestación frente a un juzgado federal en la mañana.
El titular más grave que deja el aniversario de la muerte de Michael Brown es la situación crítica en la que se encuentra su amigo Tyrone Harris, negro y de 18 años como él, tras resultar herido de gravedad cuando unos agentes abrieron fuego contra él.
La Policía divulgó hoy un vídeo del tiroteo con el que busca demostrar que el chico iba armado y abrió fuego primero.
En el vídeo, grabado por la cámara de seguridad de un establecimiento, puede verse como un joven negro con camiseta blanca saca una pistola de sus pantalones y echa a correr fuera de la escena en medio del caos que se vivió en la noche del aniversario de la muerte de Brown.
El vídeo no tiene sonido, por lo que no queda claro por qué razón los manifestantes corren y se esconden detrás de los coches, justo antes de que el joven, que la Policía dice que es Harris, salga corriendo con un arma en la mano.
Su versión, que contradice la de testigos y familiares del joven, sostiene que Harris disparó al coche de los agentes, que iban de paisano. Después, los policías le siguieron a pie y a continuación el joven habría comenzado a dispararles.
Los cuatro agentes involucrados en este suceso están en baja administrativa.
Sobre Harris pesan cuatro cargos por asalto a agentes de seguridad, cinco cargos por acción delictiva con arma y uno por disparar a un vehículo. La fianza asciende a 250.000 dólares en efectivo.
También en la noche del domingo hubo otros dos tiroteos en las cercanías de la avenida West Florissant, en los que se intercambiaron más de 40 disparos y dos jóvenes resultaron heridos leves.
Los incidentes del domingo y el lunes han ensombrecido el pacífico aniversario de la muerte de Michael Brown, cuya muerte hace un año desató los peores disturbios raciales que Estados Unidos ha visto en décadas y dio paso a un nuevo movimiento por los derechos civiles que tiene por lema «Black lives matter» ("Las vidas de los negros importan").
Gracias a esta nueva corriente de activismo, el país presta atención y analiza cada caso en el que un negro es la víctima de una agresión ejercida por un policía.
Mientras Ferguson evita otra nueva ola de disturbios, Texas teme el inicio de una tras la muerte el pasado viernes de otro joven negro desarmado, Christopher Taylor, y también a manos de un policía blanco en Arlington, cerca de Dallas.