La fiesta de fin de Ramadán, una de las más alegres e importantes del calendario musulmán, se convirtió en un lunes mortal en Gaza, en el que quince personas murieron, ocho de ellas niños. Las tropas israelíes mataron, además, a un niño de cuatro años y a un adulto en sendos ataques artilleros contra dos viviendas en el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de Gaza.
La zona es una de las más afectadas por los incesantes bombardeos israelíes por tierra, mar y aire, que en 21 días han segado la vida de unas 1.100 personas, en su inmensa mayoría civiles palestinos.
Más de ochocientos de ellos han perecido desde que hace solo once días las tropas israelíes emprendieran una incursión terrestre durante la que también han perdido la vida 44 soldados.
Cuatro Israelíes
Otros cuatro israelíes murieron en un ataque con morteros desde Gaza contra la localidad meridional de Eshkol, en el que cuatro personas más resultaron heridas. Nada más conocerse esta noticia, el Ejército israelí envió un aviso a los periodistas para informarles de que había ordenado a los habitantes de los barrios de Shahaiye y Zaitum, además de Jabalia, que abandonaran de inmediato sus casas ante la previsión de duros bombardeos nocturnos.
Shahaiye ya fue bombardeado hace más de una semana, en un ataque israelí que redujo a escombros y a ceniza manzanas enteras de edificios y que dejó más de sesenta cadáveres en las calles. Estos bombardeos han obligado ya a cerca de 250.000 personas a abandonar sus hogares y convertirse en desplazados internos en el centro de Gaza ciudad, transformada en un enorme campo de refugiados.
La nueva escalada de violencia, tras varias horas de tensa calma, se produce poco después de que el presidente de EE UU, Barack Obama, y el Consejo de Seguridad de la ONU exigieran a Israel un alto el fuego inmediato e incondicional.