El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, dejó ayer clara su intención de aferrarse al cargo que ahora ejerce de manera interina y mostró su rechazo a un Gobierno de «salvación nacional», como le han reclamado Estados Unidos y buena parte de las fuerzas políticas nacionales. «Los llamamientos para formar un Gobierno de salvación nacional son un golpe contra la Constitución y un intento de eliminar el proceso democrático», dijo Al Maliki en un discurso dirigido a la nación.
La coalición que encabeza el dirigente chií, Estado de Derecho, se impuso en las pasadas elecciones legislativas de abril, aunque con una exigua mayoría que le impide formar gobierno sin buscar alianzas (92 escaños sobre un total de 328). El Parlamento deberá elegir el próximo 1 de julio a un nuevo presidente, y entonces se abrirá el proceso para designar a un nuevo Gobierno, algo que no parece que vaya a tener fácil el actual primer ministro en funciones.
El dirigente del bloque Al Ahrar (Los Libres), que quedó segundo en las últimas elecciones, Husein Jafayi, dijo que la coalición gubernamental saliente estudia la formación de un gobierno presidido por alguien que no sea Al Maliki.
El político de Al Ahrar -bloque liderado por el poderoso clérigo chií Muqtada al Sadr- explicó que las negociaciones sobre este asunto continúan. Sin embargo, Jafayi expresó sus temores de que algunos bloques laicos y suníes que defienden la formación de un Gobierno de unidad nacional se ausenten de la sesión parlamentaria.
El primer ministro fue contundente en su ataque contra algunas fuerzas opositoras, a las que no mencionó, y a las que acusó de «rebelarse contra la Constitución» y de apoyar a los insurgentes suníes encabezados por el yihadista Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL).