Las regiones de Donetsk y Lugansk, en el sureste industrial de Ucrania, se mantienen firmes en su pulso con las autoridades de Kiev a pesar de las amenazas del Gobierno central, que prometió liberar, incluso por la fuerza, las sedes administrativas ocupadas por los habitantes prorrusos.
«Estaremos aquí hasta morir por la creación de una República Popular de Donetsk, integrada en Ucrania», dijo Vladímir Ivánovich, un jubilado que trabajó durante 45 años en la industria metalúrgica del Donbass, como se conoce a la gran región minera de la que forma parte esta ciudad.
Asegura haber pasado la noche, junto a varios cientos de personas, frente a la sede del gobierno regional de Donetsk, tomado hace tres días por un grupo de jóvenes activistas prorrusos que se han erigido en líderes populares de un movimiento que no reconoce a las nuevas autoridades ucranianas.
Las autoridades ucranianas, sin embargo, no están dispuestas a tolerar que los prorrusos sigan ocupando tanto el gobierno regional de Donetsk como la sede del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) en Lugansk, capital de la vecina región homónima.
El ministro del Interior ucraniano, Arsén Avákov, afirmó ayer que el conflicto en Lugansk, donde los activistas prorrusos están armados después de acceder a la armería del SBU, quedará resuelto en las próximas 48 horas, incluso si para ello se debe recurrir a la fuerza.
«La solución se encuentra en dos planos: primero, político, y luego, de fuerza. Estoy convencido de que ambas opciones son posibles», dijo Avákov.