La organización ecologista Greenpeace ha celebrado en 280 ciudades de 36 países, entre ellas Palma, un acto «con corazón» para promover la creación de un santuario global en el Ártico, amenazado, según dicen, por las extracciones petroleras.
Miles de personas en todo el mundo acudieron a la llamada de Greenpeace, que reproduce en su página web las fotos que dan cuenta de los actos en los que sus seguidores hacen pancartas humanas en forma de corazón en respaldo del Polo Norte. En Palma, una veintena de personas han formado un corazón en ses Voltes.
El conocido eslogan en inglés «I love (corazón)» se adjunta a la palabra ÁRCTIC (Ártico, también en inglés), en composiciones humanas puestas en escena simultáneamente en ciudades como Washington, Roma, México, Buenos Aires, Berlín, Taipei, Bruselas, Madrid, y Barcelona.
En España, el acto central se celebró durante la Feria por la Tierra, en el «Arc de Triomf» de Barcelona, además de los corazones que se formaron en la Alhambra de Granada, la playa de La Concha de San Sebastián y el museo Guggenheim de Bilbao.
En Londres, se proyectó un paisaje ártico en 4D sobre un edificio de la ciudad, en Río de Janeiro el telón de fondo fue el emblemático Pan de Azúcar y en Washington D.C. el escenario elegido fue la explanada frente al Congreso de los EE.UU.
Según ha informado Greenpeace en una nota de prensa, todas las imágenes se publicarán en un libro que será entregado a los ministros de Asuntos Exteriores que forman parte del Consejo Ártico y se reunirán a mediados de mayo en Kiruna (Suecia).
«Es importante que todos los países reconozcan la valía del Polo Norte en el contexto ambiental mundial. Hoy nuestros corazones están en el Ártico pidiendo a los políticos que protejan este ecosistema único», señala en el comunicado Pilar Marcos, responsable de la campaña del Ártico de Greenpeace en España.
La nota recoge también las declaraciones del director de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, que aboga por la «prohibición total de la extracción de petróleo en el océano Ártico».
«Nuestra dependencia de combustibles fósiles sucios se asocia erróneamente con el progreso y la prosperidad, pero trae consigo la destrucción del medio ambiente. Otro mundo es posible y nuestros líderes políticos pueden provocar el cambio ahora», sostiene.