El Frente de Salvación Nacional -FSN, el principal grupo opositor no islamista- rechazó ayer participar en el diálogo nacional propuesto por el presidente, Mohamed Mursi, que finalmente se reunió con partidos islamistas afines y algunas figuras independientes. El FSN prefirió poner una serie de condiciones antes de sentarse a la mesa de diálogo, entre ellas el cese de la violencia y del estado de emergencia, la creación de un gobierno de unidad y la modificación de la Constitución.
En una rueda de prensa, uno de sus integrantes, el premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei, consideró que los disturbios actuales se deben a la falta de respuesta a las demandas de la revolución, las diferencias sobre la Constitución y la incapacidad del Gobierno de garantizar la seguridad. En ese acto también estuvieron presentes el exsecretario general de la Liga Árabe Amro Musa y el líder de la Corriente Popular Egipcia, el izquierdista Hamdin Sabahi, que insistió en la necesidad de obtener garantías para que el diálogo sea «serio».
Violencia
Mientras, los actos de violencia prosiguieron en la capital y otras ciudades de Egipto pese al estado de emergencia y el toque de queda impuestos por el mandatario del país en tres provincias del canal de Suez. La situación parece haberse desbordado en el centro de El Cairo, donde una persona murió por las heridas sufridas durante los choques entre policías y manifestantes cerca de la plaza Tahrir.
El cercano puente de Qasr al Nil y parte de la margen derecha del río Nilo volvieron a ser escenario de una batalla campal con el lanzamiento de piedras y gases lacrimógenos. En medio de un ambiente cargado de tensión, varios efectivos de las fuerzas del orden resultaron heridos por los manifestantes.
Coincidiendo con el aniversario del denominado «Viernes de la Ira», una de las jornadas más sangrientas de la revolución de hace dos años, los disturbios se impusieron sobre cualquier intento de manifestación pacífica. Miles de personas se congregaron en Tahrir en protesta contra Mursi y la violencia, horas después de que los opositores marcharan con ese mismo objetivo hacia el Parlamento y recordaran a los fallecidos desde la revolución en un rezo colectivo.