La decisión del Parlamento ucraniano de aprobar una nueva ley de idiomas que otorga estatus de lengua oficial regional al ruso ha indignado a la oposición y a los movimientos nacionalistas y ha desatado una nueva crisis política en el país. La polémica normativa fue aprobada el martes en la Rada Suprema (Parlamento) a espaldas del presidente de la Cámara, Vladimir Litvín, quien ha denunciado una maniobra de los promotores de la misma para apartarle de la votación.
Desde entonces, cientos de personas protestan en las principales ciudades del país en contra de una norma que oficializa al ruso en las regiones donde es hablado por al menos el 10 por ciento de la población.
La maniobra ha ahondado, además, la división existente entre las fuerzas que sostienen al presidente del país, Víctor Yanukóvich, promotor de la norma, y los grupos de oposición, en particular los nacionalistas, férreos defensores del ucraniano como única lengua vertebradora de la identidad nacional del país. Entre ellos se encuentra el propio Litvín, quien ha dimitido después de denunciar que fue apartado «con malas artes» de la votación.
Ausencia
Según el presidente de la Rada, que tiene su propio grupo en el Parlamento, pasado el mediodía del martes fue invitado a una reunión con Yanukóvich, que se prolongó hasta muy tarde, ausencia que fue aprovechada para votar la ley de idiomas.
«Me parece que, en primer lugar, me habéis engañado a mí, al pueblo ucraniano. Los resultados de esa votación tendrán graves consecuencias», dijo Litvín. Sin embargo, un total de 19 diputados del Bloque de Litvín votaron, en ausencia de su líder, a favor de la ley de idiomas respaldada por el oficialismo.