Al menos 45 personas, entre ellas tres mujeres y tres menores, murieron ayer en Siria por las acciones represoras de las fuerzas de seguridad, después de que 65 personas perdieran la vida en la jornada del jueves.
El grupo opositor Comités de Coordinación Local (CCL) informó en un comunicado de la muerte de trece personas en Homs, once en la localidad de Nawa en Deraa (sur), nueve en Alepo (norte), seis en los alrededores de Damasco, cuatro en Idleb (noroeste) y dos en Hama.
La represión de las fuerzas leales al régimen del presidente sirio, Bachar al Asad, volvió a centrarse en el bastión opositor de Homs, donde el jueves murieron 32 personas, una veintena de ellas en el ataque e incendio de dos edificios residenciales.
El veto ruso
El Gobierno ruso advirtió ayer, horas antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU se reuniera a puerta cerrada para discutir los pasos a dar en el conflicto sirio, de que vetaría cualquier resolución que implique la dimisión del presidente de Siria, Bashar al Assad, ya que la crisis en el país árabe debe solucionarse mediante «un proceso político y sin condiciones previas».
«Cualquier decisión sobre una solución política para el futuro de Siria debe llevarse a cabo mediante un proceso político sin condiciones previas, y pedir a Al Assad que dimita es una condición previa», declaró el viceministro de Asuntos Exteriores, Gennady Gatilov. «No podemos apoyar ninguna resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que inste a la dimisión de Al Assad», agregó.
Poco antes, el propio Gatilov calificó de «inaceptable» el borrador de resolución sobre Siria que fue presentado por los países occidentales y árabes ante el Consejo de Seguridad de la ONU, porque no tiene en cuenta la postura de Rusia e ignora «aspectos fundamentales» para Moscú.