Los observadores de la Liga Arabe llegaron ayer a Homs, el bastión de la oposición más castigado por el régimen del presidente Bachar al Asad desde que comenzaron las protestas en marzo pasado.
Según los opositores, más de 70.000 personas salieron a recibir al equipo de expertos con una manifestación contra el régimen en esta localidad del centro de Siria y fueron dispersados con gases lacrimógenos.
Como viene siendo habitual, Homs volvió a ser escenario de la represión de las protestas por parte de las fuerzas de seguridad, de los bombardeos del Ejército y la muerte de civiles, ya que solo ayer al menos trece personas fallecieron en la zona de un total de 33 en todo el país, según los Comités de Coordinación Local.
Mientras, el Observatorio sirio de Derechos Humanos llamó la atención de que los carros de combate desplegados en el distrito de Bab Amro se ocultaron en el interior de varios centros gubernamentales.
Expectativas
Frente a estas acciones, el foco de atención lo acaparó ayer la docena de observadores que, dirigida por el jefe de la misión de la Liga Árabe, el general sudanés Mohamed Ahmad Mustafa Dabi, visitó la ciudad para comprobar el cumplimiento de la iniciativa de solución a la crisis propuesta por la organización panárabe.
Dicho plan estipula, entre otros puntos, el cese de la violencia, el repliegue militar de las localidades y la liberación de los detenidos durante las protestas.
Desde hace meses, el goteo de muertos es constante en Homs, así como las manifestaciones que piden la caída de Bachar al Asad.
La situación en la zona se ha deteriorado de tal forma que en noviembre pasado el Consejo Nacional Sirio, principal órgano de la oposición, solicitó a las Naciones Unidas que declarasen Homs como «zona de desastre» para permitir el envío de ayuda internacional.