Un hombre armado con granadas y un fusil automático abrió hoy fuego indiscriminado en el centro de la ciudad belga de Lieja, donde mató a tres personas e hirió a más de un centenar, muchas de ellas jóvenes estudiantes, tras lo que se suicidó.
Según fuentes hospitalarias citadas por medios locales, podría haber ya dos víctimas mortales más, aunque esas muertes no han sido confirmadas oficialmente.
Por el momento se desconocen las motivaciones del asesino, que actuó solo y terminó suicidándose, pero la Fiscalía ha descartado que el ataque tenga carácter terrorista.
El autor de la masacre, Nordine Amrani (33 años), era un viejo conocido de la Justicia belga. En septiembre de 2008 fue condenado a 58 meses de cárcel por asociación delictiva, después de que se le encontrase en posesión de 9.500 piezas de armas y una decena de armas completas, así como 2.800 plantas de cannabis.
De hecho, Amrani, que fue puesto en libertad antes de cumplir toda la condena, debía comparecer hoy ante una comisaria de Lieja, cita a la que no se presentó.
Poco después del mediodía, el asesino se encaramó a una plataforma situada en la plaza Saint Lambert (el lugar más emblemático de la ciudad), donde estos días se celebra el tradicional mercado navideño de la ciudad, y abrió fuego sobre las numerosas personas que transitaban la zona.
Según la Fiscalía, Amrani lanzó artefactos explosivos en dirección a una parada de autobuses y disparó un fusil automático tipo FAL.
El balance oficial, por el momento, es de tres víctimas mortales y alrededor de 125 heridos, varios de ellos de gravedad, incluido un niño de dos años.
Las víctimas mortales son dos jóvenes de 15 y 17 años, que acababan de salir de hacer un examen, y una mujer de 75 años. El agresor se disparó en la cabeza con una pistola.
Sin embargo, algunos medios elevan ya a seis el total de fallecidos, añadiendo la muerte del bebé que se encontraba grave y de un joven de 20 años, también hospitalizado.
«Vi tres grandes explosiones, luego disparos y un gran caos», explicaba un testigo presencial al canal de televisión RTL.
En los primeros momentos, la confusión se apoderó de la ciudad y las informaciones señalaban que varias personas habrían participado en el ataque y se habrían dado a la fuga, un extremo posteriormente desmentido.
Cientos de personas -muchos de ellos estudiantes- se refugiaron durante más de una hora en los comercios y edificios públicos de la zona, mientras la Policía llegaba al lugar de los hechos.
Rápidamente se propagaron rumores sobre la presencia de un segundo pistolero y nuevos tiroteos en calles adyacentes, que provocaron numerosas escenas de pánico en el centro de la ciudad.
Aunque luego esos rumores fueron desmentidos, en un primer momento la Policía acordonó un amplio perímetro de seguridad en el centro de Lieja, una ciudad de unos 200.000 habitantes.
Los agentes desplegaron además un equipo de artificieros en el aparcamiento donde se encontró el vehículo del asesino, mientras numerosas ambulancias atravesaban la ciudad trasladando a los heridos a varios centros hospitalarios.
La vecina Holanda también envió equipos para apoyar a los servicios de emergencia belgas.
El primer ministro belga, Elio Di Rupo; la responsable de Interior, Joelle Milquet; y los reyes de Bélgica llegaron a Lieja pocas horas después del suceso.
Milquet se ha declarado «profundamente impresionada por la brutalidad de los hechos», mientras que el alcalde de Lieja, Willy Demeyer, ha expresado su confianza en que se pueda retomar la normalidad poco a poco después de «un acto aislado que ha sembrado la desolación en el corazón de la ciudad».
La plaza Saint Lambert, donde se ha producido el suceso, es uno de los puntos neurálgicos del centro de Lieja y una de las zonas más transitadas de la ciudad.
El ataque, además, se produjo poco después del mediodía, en la hora habitual del almuerzo, en que aumenta el número de personas en las calles.
Los representantes de las instituciones europeas se han dirigido a los belgas para transmitirles sus condolencias, entre ellos el presidente del Consejo Europeo y ex primer ministro del país, Herman Van Rompuy, quien se ha declarado «completamente impresionado por los atroces asesinatos».